martes, 27 de noviembre de 2007

Cataratas del Iguazú

Tengo un lugar menos que me falta conocer: Las Cataratas del Iguazú.
Sí, mis queridos tronados, las Cataratas (del lado Argentino y Brasilero) contaron con mi presencia y con la de Flopo.

El martes pasado nos subimos a un avión y, después de una hora y cuarenta de vuelo, aterrizamos en Misiones, después cruzamos la frontera, nos hospedamos en el Hotel Turrance. Conocimos, también, la represa de Itaipu y me hice una amiga española entre caipiriñas y pileta.
Me traje todo el sol, todo el rojo de la tierra misionera, el verde de la selva, los saltos, el de las dos hermanas, el Bossetti (donde mi amiga “gallega” me dijo que debía hacer una ceremonia para capturar toda la energía y, por supuesto, fui la única que hizo el papelón recomendado, si traje más energía no lo sé, pero el papelón lo hice mientras mi hija juraba no conocerme). No me voy a poner a nombrar todos los saltos, solo les cuento que cuando llegué a Garganta del Diablo, me paralizó tanta fuerza, tanta energía, me asusté, bah. Comprobé que mi hija es menos cagona que yo, porque ella estaba chocha apoyada en la baranda, yo estaba detrás sin animarme a acercarme más. Es impresionante. Después nos subimos a un gomón, nos empapamos con esa maravillosa agua, dos veces nos metieron debajo de la catarata. No daba para gritar auxilio porque mi hija me tiraba sin el salvavidas, estoy segura. Nos bajaron en Isla San Martín, subimos como dos mil escalones (capaz que no fueron tantos, pero ya saben de mi exageración andaluza), llegamos segundas y conste que eran cuarenta personas, descubrí que Flopo le tiene fobia a los bichos y para ella (menos los pajaritos) todo era bicho, hasta las mariposas, no llegó segunda por su gran estado físico, sucede que cuando nos bajamos del gomón había una cantidad considerable de abejas, juro que no hacían nada, estaban volando como tarúpidas alrededor de los turistas, a una señora francesa casi le da un infarto, Flopo la hizo más simple, corrió a las escaleras y hasta no llegar al último escalón no paró, yo iba detrás explicándole que las abejitas eran buenas, pero parece que no me escuchaba. Cuando llegamos a la cima (¿?), nos esperaba una cuatro por cuatro para recorrer la selva misionera. Me enteré que hay una palmera palmito que está protegida porque si la cortan para comer los famosos palmitos tarda quince años en crecer. Sospecho que esta información no me servirá de nada con lo cual es una información que no olvidaré en mi vida.
También anduvimos en un trencito ecológico, y nuestros compañeros de viaje hablaban en todos los idiomas menos en cristiano. Había alemanes, oblicuos, franceses, americanos, ingleses, brasileros, italianos, si no escuché algún ruso es por mi sordera. Comimos cerca del viejo hotel y miramos con la ñata contra el vidrio el Sheraton Cataratas.
Ya estoy de vuelta con un cachito de ignorancia menos. He conocido un lugar maravilloso. Me lo merecía.

¿Las fotos? Bien, gracias. Cuando Flopo se digne tal vez cuelgue alguna. Si alguno no las conoce, pasen y vean:

http://www.iguazuargentina.com/

http://www.cuco.com.ar/cataratas_del_iguazu.htm

http://www.interhabit.com/iguazu/parque_cataratas_iguazu_99.htm

jueves, 15 de noviembre de 2007

Autor desconocido

A veces encuentro poesías que no sé quien las escribió y dicen lo que hubiera querido escribir. Poesías de otro como espejo, como testimonio de melancolías que me habitan sin permiso y pegan portazos en mi cabeza. La que sigue es una de ésas poesías.



Hubo un primer lugar donde nos encontramos

ajenos a la excusa.
Como si fueran dijes
le colgamos palabras, confesiones
y algún lúdico beso.

Hubo un primer lugar de confianza absoluta

de puertas sin visillos,
de compartir miradas
alrededor de sueños.
De bordear lo posible.


Después, nos conocimos.

miércoles, 7 de noviembre de 2007

Puente

Cielo gris. Puente de Brooklyn. Una pareja comparte un paraguas. Se alejan. No lo vieron. Los captura de espaldas. No lo saben, no pueden saberlo, ése momento está en mi casa colgado en la pared.
Ignoran que fueron premiados.
Eternamente estarán cruzando el puente, juntos, protegidos por un paraguas.
Él, nadie más, él es el único que pudo ver eternidad en ese momento. ¿Qué ves? Me pregunta. Magia, le digo, pero quiero decir permanencia, instante, maravilla.