viernes, 28 de julio de 2006

Con letra de tango.

Engayolada en el aguante
de lo que espera y no existe,
se tapa con la sábana rajándole al ayer.
No encuentra método para el olvido
y se clava un Alplax para soñar.
Y dale que va con el vacío existencial,
los agujeros que deja la ausencia
no los arregla el Poxipol.
Elegida de tantas madrugadas,
mirá el precio que pagás.
Sí, ya sé, aquello valió la pena
es ésta pena que te acompaña
hasta cuando vas al baño
y se queda
aunque aprietes el botón.
Abanderada de las gilas,
nadie aplaude tu condición,
te relojean casi con lástima
y como golpea sospechar la razón.
Apagá esa vela.
Pegale un tiro a las promesas.
Regalá el equipaje a los que pasan
Hablá con otra voz.
Compraste el cuento del amor,
te vendieron un buzón.
No se aceptan reclamos,
decía en letra chica.
No se aceptan reclamos
si ya sabés: Magoya renunció.
Te afanaron la mirada, se cargaron con tu risa
y no nació el cana en el que puedas confiar.
Y aunque esos robos se garpan,
se llevaron hasta las ganas de abrazarte al rencor.

Escudate en la confianza,
todavía florecen todavías.
Bajate de este tren,
que el olvido marque los boletos.
Alguien siempre espera en el andén.

jueves, 27 de julio de 2006

Espero

Sentada en la mesa de un bar. Díaz Vélez y alguna calle que ignoro. Tan cerca y tan lejos de los dioses. ¿Por qué no puedo llegar a ellos?
Mesas de fórmica verde. Tres porteños típicos más allá, hablando de autos y precios. Tarareando tangos los de la mesa del fondo. Otro, más cerca, con la cara pegada al diario leyéndolo. Acá no hay sector para no fumadores. Acá todavía es ayer.
Y yo cargada de palabras, con la esperanza como si fuera una curita usada. Estoy tan lejos de los dioses pero los siento cerca. Casi les puedo dar la mano, pero no. No llego. ¿Renuncio a la ilusión?
A mí me deben haber desterrado. Nada de sé del Karma, algo conozco de castigos. Es un castigo caminar por Bs. As. en busca de una historia, una idea, una señal. Tengo que llegar a ellos con algo que no encuentro.
La tarde es hermosa. Hay sol, hay cielo azul, hay nostalgia de lo no vivido.
Espero la llave para abrir la puerta del poema. En algún tiempo que se escapó del tiempo, estoy esperando.

lunes, 24 de julio de 2006

Desencuentros

Los desencuentros tienen magia, dice él.
Los desencuentros esconden algo, pienso yo.
Un olvido. Un reloj que aconseja otra hora.
Una manifestación que nos demora, tal vez una caricia.
Los desencuentros, todavía, son una posibilidad, una razón, un perdón, un verso.
Casi todos le cantan al encuentro.
Nosotros jugamos con opuestos.

miércoles, 19 de julio de 2006

¡Feliz día, manga de tronados!!!


Estas palabras no son mías, las escribió Aída Bortnik y, ya sé, me adelanto un día en el festejo del Día del Amigo. Hoy me levanté adelantada, me hacen el favor de bancarme mientras les dedico estas palabras que no me pertenecen pero debieran haberme pertenecido o quizá a todos nos pertenecen porque, sospecho, pensamos parecido.


Los amigos

No pueden impedir que uno sufra, no pueden garantizar que uno sea feliz; no pueden reemplazar a la madre ni al padre, no pueden confundirse con el amante ni con el hijo; no evitan que uno cometa errores, ni aciertan siempre en celebrar a tiempo el verdadero triunfo sobre uno mismo; no impiden que el dolor duela, ni aseguran que el amor ame; no detienen el tiempo y sus deterioros; no apresuran el equilibrio ni sus armonías; no están siempre que hacen falta, ni se van cuando uno está preparado para la soledad; no colman todas las posibilidades de la sed, ni se privan de despertar otras nuevas.
Los amigos solamente hacen que el espejo nos devuelva la imagen de alguien capaz de ser amado por alguien a quien ama. Los amigos solamente hacen que la vida valga la pena de ser vivida.

lunes, 17 de julio de 2006

Palabras inútiles

No llegan a destino mis palabras.
Nacidas inútiles, opacas.
Buscan luz
Pero nacen ciegas.
Los colores le fueron negados.
Arrastran oscuridad.

Inservibles palabras:
¿Para qué provocar imposibles?
¿Para qué buscar lo que se niega?
Las invito a ser silencio.
En algún patio, olvidadas,
Inventen las estrellas.

miércoles, 12 de julio de 2006

Álvaro Mutis

Álvaro Mutis es un poeta y narrador colombiano que obtuvo el Premio Príncipe de Asturias de las Letras en 1997. Acá les dejo su maravillosa Canción del este. No estoy muy segura que no sospechemos la presencia del ángel. Me permito vislumbrar que aquellos que no fuimos nos dan flor de rebencazos en el lomo para avisarnos que debemos cambiar el rumbo. Quizá, todavía, la clave nos espera.


A la vuelta de la esquina
un ángel invisible espera;
una vaga niebla, un espectro desvaído
te dirá algunas palabras del pasado.
Como agua de acequia, el tiempo
cava en ti su arduo trabajo
de días y semanas,
de años sin nombre ni recuerdo.
A la vuelta de la esquina
te seguirá esperando vanamente
ése que no fuiste, ése que murió
de tanto ser tú mismo lo que eres.
Ni la más leve sospecha,
ni la más leve sombra
te indica lo que pudiera haber sido
ese encuentro. Y, sin embargo,
allí estaba la clave
de tu breve dicha sobre la tierra

lunes, 10 de julio de 2006

Errores

El nombre equivocado
salta como corcho de champagne,
como preso que logra huir
rompe silencios,
me besa la boca,
abraza mi sombra que no sabe de fechas.
Desviste horas pasadas,
me regala signos inocentes
y esquivo las trampas que nadie coloca.
El nombre errado se va como vino,
atropellando la noche.

miércoles, 5 de julio de 2006

Ellos.

Cuando estan juntos nada importa, la risa, sus risas, cruzan calles, saltan baldosas flojas, se cuelgan de balcones, viajan sin moverse del lugar.
Se pierden para encontrarse. Se extrañan para buscarse. Se necesitan pero no dicen nada.
Tal vez estén equivocados pero un sol mojado los acompaña cuando se visten de ausencia y se esconden detrás de las palabras.

lunes, 3 de julio de 2006

Días grises

Una no siempre sabe que sentir, entonces el gris de Buenos Aires se va mezclando con los sueños y los muda de lugar.
Cuando lo esperado no llega, lastima recordar.
Voy pateando preguntas y las dejo en las esquinas. Cierro mi puerta a las lágrimas, no tengo ganas de llorar y creo comprender que, en estos días grises, lo mejor es hacer borradores no sé bien si para dar la bienvenida o para decir adiós.