Una no siempre sabe que sentir, entonces el gris de Buenos Aires se va mezclando con los sueños y los muda de lugar.
Cuando lo esperado no llega, lastima recordar.
Voy pateando preguntas y las dejo en las esquinas. Cierro mi puerta a las lágrimas, no tengo ganas de llorar y creo comprender que, en estos días grises, lo mejor es hacer borradores no sé bien si para dar la bienvenida o para decir adiós.
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