jueves, 28 de septiembre de 2006

No será fácil...

No será fácil olvidar como negábamos
el sol los sábados.
No será fácil caminar sin pensarte
ni pensar sin tenerte.
Recuperar las tardes.
No será fácil compartir un café con otro
caminar a su lado.
Olvidar que alguna vez te encontré.
No será fácil inventar una nueva clave
saber que otra te acompaña
aceptar tu lejanía
olvidar el nosotros.
No será fácil
pero me he despedido tantas veces
que creo poder comenzar a mirarme
que creo poder comenzar a responderme
porque necesité alejarme del mundo
para estar con vos.

lunes, 25 de septiembre de 2006

Alejandra Pizarnik

Alejandra Pizarnik, murió en Buenos Aires, el 25 de septiembre de 1972.
Criatura fascinada y fascinante, al decir de Enrique Molina, víctima y maga, ardía en la hoguera y, al mismo tiempo, con esa maldad de la poesía prendía fuego al mundo circundante, lo hacía arder con una fosforescencia tierna y sombría, que iluminaba su rostro de niña con una sonrisa de fantasma. Pocos seres tan plenos de fatalidad poética como Alejandra.
Les dejo un párrafo de una carta enviada a su amigo León Ostrov. No es un homenaje, es tan solo mi manera de sentirla viva, de saberla cerca porque los grandes no se van, toman distancia, se quedan con nosotros y siempre la encuentro y me encuentra cuando nos necesitamos. ¿Cómo no sentirla a mi lado cuando al abrir uno de sus libros me dice: “He desbaratado lo que no me dieron, que era todo lo que tenía."

“Simplemente no soy de este mundo. Yo habito con frenesí la luna. No tengo miedo de morir; tengo miedo de esta tierra ajena, agresiva. No puedo pensar en cosas concretas; no me interesan. Yo no sé hablar como todos. Mis palabras son extrañas y vienen de lejos, de donde no es, de los encuentros con nadie. ¿Qué haré cuando me sumerja en mis fantásticos sueños y no pueda ascender? Porque alguna vez va a tener que suceder. Me iré y no sabré volver. Es más, no sabré siquiera que hay un “saber volver”. No lo querré acaso.”

lunes, 18 de septiembre de 2006

Aquí estoy

Quisiera escribir algo que me libere. Escribir y que el dolor se mude a las palabras. Abandonar la tristeza, escribir algo que me interese. Quisiera llenar el vacío con algo que me limpie. Recuperar la risa, sospechar una meta.
Pero no. Nada me importa. Camino por la casa como una autómata. Guardo las gaseosas en la heladera. Me quedo mirando los platos que debo lavar. Los lavo. Los ordeno. Los guardo. Cierro los cajones. Cierro la puerta. Salgo al balcón, riego las plantas, juego con mi perro, hablo con mi hija. Hago las cosas como si otra las hiciera. Me tiro en la cama. Cuando sueño soy mejor. Mañana me espera la psiquiatra.

Hoy hablé y hablé. Ella me esperaba para escucharme. Hablé y hablé. Cada tanto me pasaba los Carilina. No me dijo nada nuevo, pero cuando una profesional lo dice suena más firme. Queda grabado. Me entregó una receta para ayudarme con mi enojo. Está bien tu enojo, me dijo. Está bien. Te va a costar, pero está bien que te sientas así. Te costará pero pasará.
No me siento mejor pero me siento. Caminé por Anchorena, me senté en un barcito a tomar un jugo. Después anduve por Callao, miré vidrieras en la calle Santa Fe.
Un hermoso día de sol, ésos que tanto detesto, hoy no me molestó. Me regalé flores. Y no, no sonreí cuando el florista me regaló dos rosas, además del ramo que compré, pero se las agradecí. ¿Por qué tan triste?, preguntó. Ando sin sonrisas. Contesté. Me regaló otra rosa y me dijo: antes que éstas rosas se sequen encontrará su sonrisa. Seguramente la olvidó en algún lugar equivocado, pero ella conoce el camino de regreso.
El viejo florista no tenía ningún título colgado, ni me recetó ningún ansiolítico pero para mí era un poeta y, cuando un poeta habla, cuando un loco de Buenos Aires, recibido de adoquines y doctorado en buena leche, nos regala una señal, también queda grabada.

Aquí estoy con mis fresias, mis rosas y mi receta, esperando a la que conoce el camino.

jueves, 14 de septiembre de 2006

Marié Rojas Tamayo

RECETA PARA UNA OCASIÓN IMPRESCINDIBLE

A veces es necesario
Hacer el amor sin tener motivos
Correr desnudo sobre la hierba
Danzar a la luz de la luna
Estar azul, muy azul
Apenas porque llueve.
Es imprescindible entonces
Andar a sembrar un árbol
Dar a luz un hijo
Querer morir y no tener valor para hacerlo
Saberse el abecedario de memoria
Desear ser mago
O invisible...
Es esencial, para que se complete la ocasión
Leer poesía hasta que ardan los ojos
Despreciar un día de sol afuera
Por quedarse bajo la almohada escuchando un tango melancólico
Rezar
Implorar
Tener fe
Aunque sabemos que no hay dioses ni demonios que nos escuchen.
Pero lo más importante,
Lo que no puede faltar para hacer el tiempo memorable:
Sí, señores, es necesario
Aunque sea sólo una vez
Saltar por la ventana
Y no caer,
Volar...

martes, 12 de septiembre de 2006

Eduardo Galeano

Ventana sobre el miedo

"El hambre desayuna miedo. El miedo al silencio aturde las calles. El miedo amenaza. Si usted ama, tendrá sida. Si fuma, tendrá cáncer. Si respira, tendrá contaminación. Si bebe, tendrá accidentes. Si come, tendrá colesterol. Si habla, tendrá desempleo. Si camina, tendrá violencia. Si piensa, tendrá angustia. Si duda, tendrá locura. Si siente, tendrá soledad. "

lunes, 11 de septiembre de 2006

Es así.

Es así. Confío hasta no poder más.
Entonces, espero. No un milagro, espero que vayan cayendo las mentiras.
La inconsistencia muestra la cara verdadera, ésa que no quise ver pero presentía, ésa que gritaba una parte de mi cuerpo, yo tapándome la boca, los oídos, cerrando los ojos.
Es así. Otras claves, con quien dijo despreciar. San Telmo, y otra sombra taconeando. Palabras. Palabras como piedras, como balas, como puñales.
Es así. No creo, aunque duela. Aunque me pierda por la ciudad y regrese llorando a casa. Y aburra y me aburra de ser.
No sé si pasará este dolor con faltas de ortografía y tiempos verbales equivocados.
Mi reloj acaba de romperse. No marcará ya tiempo regalado.
Alguna vez supuse que los años traerían sabiduría. No ha sido así. Demasiados errores. No se debe dejar el mundo del otro lado y aceptar migajas.
Es así. Cuando no hay regreso, cuando lo turbio se nos presenta e insistimos transformarlo en luz, la luz se apaga y lo turbio seguirá hasta el fin de los tiempos oscureciendo, opacando, castigando con cegueras justicieras..
Es así. Estoy herida.
El tiempo no encuentra finales perfectos, no los encuentra para mí, quizá otros tengan suerte. Quizá debiera definir la palabra suerte, pero no tengo ganas.
Es así. No me tengan lástima. Odio la piedad y los piadosos.
Me odio, es así.

jueves, 7 de septiembre de 2006

Chirusa

Hoy pensaba colgar mi tristeza en el placard.
Mientras venía para la oficina iba escribiendo mentalmente un post que, por supuesto, ya no recuerdo (o me compro un grabador chiquito o asumo mi Alzehimer).
Creo que lo que me decía era algo así como intentar levantarme con una sonrisa y salir a la calle deseándoles un buen día a los conocidos con lo cuales me cruzo. No con una sonrisa pelotuda, con una franca, transparente.
Creo que me decía que mi soledad no es tan aburrida y que cuando estoy conmigo, con mis cosas, con mi hija, con mi perro, con mis libros y mis plantas tan mal no la paso. Que siento el cariño de las personas desde el otro lado de la pantalla, personas con las cuales he compartido almuerzos, cenas, vinos, birras y mojitos, y las otras, las que no conozco, las que vienen de lejos y me regalan palabras, abrazos, ternura.
Personas que vislumbro al conocer sus Blogs. Personas que quiero.
Hoy, una de esas personas decide cerrar su puerta. No le gustan las despedidas y cuando se va lo hace sin explicaciones. La entiendo, la respeto. Claro que eso no implica que me duela un cacho el alma. Claro que eso hace que me quede un rato más con mi tristeza.
Te voy a extrañar, Chirusa.
Ya sabés, en el tablón me quedo esperando por si decidís volver.

lunes, 4 de septiembre de 2006

Sin memoria

Sé de voluntades que consiguen lo buscado; de ausencias que son victorias y las otras, las que incendian de tristeza las ganas.
Sé que somos reemplazables aunque llevemos algunos nombres dormidos en la piel y el mínimo roce pueda despertarlos.
En algún arrabal mi esperanza bosteza.
Sé que con extender la mano otra mano alumbrará una salida.
Sé, hacedor de imposibles, que debo pedir, pero no quiero hacerlo.
Sé que te confundí en otros y, si los amé, fue porque te buscaba.
Supe de memoria todos los ojos que pude amar, de lo que no fui capaz fue saber que podía quedarme sin memoria.