jueves, 27 de diciembre de 2007

Te vas.

Estaba escrita tu partida, también las ausencias que inauguraste; me cuesta reconocerlo pero, todo está escrito en algún libro que no podemos descifrar. Aunque lo tuyo ha sido más claro, más evidente. Tenías hora y mes reservado con anticipación; no creo que alguien se descubra estafado cuando no te encuentre; sin embargo, me dejaste un sabor amargo, un anunciado sabor amargo. Supe que algo ocultabas, algo tuyo iba a herirme. No me equivoqué. Me dejas más sola, se va con vos una metáfora de la caricia y la otra parte del amor incondicional que me quedaba y no siempre supe retribuir. De golpe me adelantás en la lista y, claro: tengo miedo, pero así son las reglas, espero que de tanto simular valentía logre ser valiente.
Te vas y algo que se parece al amor insiste aunque te vayas, aunque no quiera detenerte y sea imposible tu regreso.
Esta despedida es una más, ni la mejor ni la peor. Una más que formará una lista, olvidable por cierto y por necesidad. Te vas. Tu paso marcó mi vida, apagó otras y tantas otras nacieron. Un año más que despido con mi única certeza: todavía amanezco en todavías. Chau 2007.

2008: no puedo dejar de ir, ni quiero. No me lastimes.

martes, 18 de diciembre de 2007

Buenas Navidades

Ginger (yo también te quiero, buajjjjjjjjjjajaj) ha logrado colgar este video que resume mi espíritu navideño, si hay alguna publicidad, sepan disculpar.

Buenas fiestas para todos.

Sí, Juana Molina es una ídola.

viernes, 14 de diciembre de 2007

Dos pájaros...

Voy a empezar mi cumpleaños de una manera diferente, espero que mis Diosas me acompañen y no llueva, carajomierda…

Besos y sueños.



Nota: Mañana es mi cumple, pero espero que el Recital dure hasta las doce (o más) y ahí sí; ahí comienza mi cumple de manera diferente.

Besos y aclaraciones

jueves, 6 de diciembre de 2007

Reiterativa

El que no escribiré, mi último poema, no mostrará fracasos; triunfará el engaño. No sabrá de búsquedas o encuentros; huecos y vacíos. El margen cayó aburrido de cursivas. No revive el nosotros en mi último poema, el que no escribiré.
Sigue la piba sentada en el cordón de la vereda, sigue esperando lo que no pasa porque ya pasó. Se hace tarde, se hizo tarde toda ella, tan noche ahora. No vale llorar, ni dibujar otra rayuela. Perdió su cielo, perdió ése cielo. ¿Qué me importa? ¿Qué me importa? La piba no se mueve, así como no escribo mi último poema, ella no se mueve. Tampoco me mira. Estamos jodidas le digo pero no escucha. Parece sorda. Es sorda. Por eso sigue. No escuchó la voz de alerta. El engaño salió. Salió con fritas. Verbo en pasado. Te quise tanto. Salieron lágrimas y fritas. Nadie como vos. Vos igual a nadie. ¿Qué me importa? No escribiré mientras me alejo. No escribirá su tarde noche. Espera que te espera, ¿Qué van a saber? ¿Qué pueden saber? No me dejes, yo te dejo y la dejo en el cordón. Mejor me tomo un taxi, no vuelvo a subir a un tren. El último poema espera, ése que no escribiré.

lunes, 3 de diciembre de 2007

Lo que parece...

Hablar de amor, escribir sobre el amor era una parte mía, una parte que he perdido. Ya no tengo poesías para exorcizar dolores. Siento que sobreviví a un huracán que arrasó hasta mi aliento y asesinó el cachito de fe que me quedaba. Compruebo con una incierta tristeza que no la quiero de regreso, hablo de la fe y ese sospechar en algún lugar alguien esperándome, andar atenta por la vida para no seguir de largo. Atenta voy a estar, sí, para rajar. No ha sido bueno conmigo el amor, (no sé porque debiera haberlo sido, aclaro, pero cada vez desconfío más a esa gratitud por haberlo conocido). Llegó a destiempo. No está. No existe para mi y, si bien me extraño enamorada, no quiero volver a ese estado de gracia. De gracia para el otro, claro, porque se mató de risa en mi cara.
No es la primera vez que siento esta ausencia de palabras, no es una sensación agradable comprobar que emigran, que no regresan. Las salgo a buscar pero cuelgan el cartel de “enseguida vuelvo” y, como si fueran empleadas públicas, las muy turras no regresan. No me queda otro remedio que mandarlas a la mierda. Ignorarlas como si alguna de las que me habitan me mirara de reojo y apagando un nombre en lugar de un cigarrillo en el cenicero me dijera: No te calentés. Vuelven sin aviso.
Aburrirme pareciera que me moviliza, me aburrí de mi mirada pelotudamente romántica, eso me hace andar más, intentar algún curso, viajar, visitar museos, esconderme en algún cine pero, también pareciera que estoy detenida. Quizá lo necesite para encontrar una nueva mirada en lo que escribo que no se parezca tanto a lo que siento o, una vez más, lo que parece no tiene un pito que ver con lo que es.