lunes, 25 de agosto de 2008

Conjunto de plumas sujetas a un mango para limpiar el polvo.

Como casi todos, supo tener su momento de anormalidad: se enamoró de un plumero. Es sumamente extraño que los plumeros hablen (éste hablaba), demasiado para mi gusto. Ella aburrida de tanto adoquín con pelo, se enamoró perdidamente del plumero y llegó a confiar más en las plumíferas palabras que en la propias. La vida de los plumeros no es muy divertida aunque se muevan, revuelen al viento las plumas o tengan simpáticos ataques de locura; por eso cuando ella lo mostraba orgullosa a sus amistades (hasta llegó a presentárselo a su Contador), el plumero creyó conseguir una posición, digamos, humana. Era como una nueva (y bizarra) versión del Pinocho mal herido y ella su hada protectora. Fueron excesivamente felices hasta que ella comenzó a medicarse bien. Las opiniones del plumero comenzaron a fastidiarla cuando se convenció de ser un plumista y quiso convencerla a ella. Una noche, cuando la había envuelto completamente con sus plumas para protegerla de una supuesta bomba atómica que caería cerca, apareció el primer estornudo. Ya nada volvió a ser igual porque era verlo y estornudar. La plumosa realidad le generó alergia y se dejaron de ver por prescripción médica.
Parece que el plumero todavía la extraña y cuando los plumeros extrañan se transforman en plúmbeos. Parece que ella encontró un guante de microfibra que canta unas canciones hermosas.
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jueves, 21 de agosto de 2008

martes, 12 de agosto de 2008

Vacaciones

Cuando salgo de su casa, el mar está donde termina la calle; nos provoca, nos espera y allá vamos las dos, a caminar bordeándolo. Siete o doce kilómetros. Juntas. Otra vez juntas. No conozco Punta del Este en invierno. Sí conozco, y tanto, a mi amiga que me espera. Vuelvo al mar.





- ¿Necesitás vacaciones? ¡Venite!!! Dijo.

- Mirá que voy. Dije.

- Dale, vení. Retrucó

- ¡Voy!!!






Me voy. Nos vemos a la vuelta.

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jueves, 7 de agosto de 2008

Daniel Guebel

"Hay hombres que pasan por la vida buscando los rastros que sobre el mundo dejaría un deseo inútil: el deseo de que los actos respondan a una ley. Cuando por múltiples razones alcanzan a comprender que en el mundo esa ley no siempre es cumplida, tales hombres tienden a asignarle toda responsabilidad a un orden excesivo que llaman “destino”. Atados inexorablemente a las consecuencias, estos hombres no piensan nunca -no se atreven a pensar- que era la naturaleza de sus pretensiones lo que alentaba la falla; no comprenden nunca que era en ellos mismos donde habitaba la fatalidad."




(Daniel Guebel - "El ser amado" así (creo) es el título del libro que yo tengo hace una pila de años pero, parece que cambió su título por "El ser querido". Otro que se debe haber hartado del uso de la palabra "amor" en pelotudeces. Igual voy a seguir investigando, mi nabitud puede llegar a modificar el título de mucho más que un libro.)

El error ha sido mío; ya busqué en mi biblioteca y el libro del cual saqué este párrafo es “El ser querido”. Guebel, que alguna vez al leer un texto mío me dijo: “Estás infectada de sentimentalismo” no suele usar la palabra “amor” (si es que la usa) al cuete.


Me parece que necesito vacaciones…



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lunes, 4 de agosto de 2008

Abecedario

Ahora buscás consuelo.
Decisión estúpida.
Fuimos grandes héroes invencibles;
jinetes kamikazes;
leales llamaradas.
Mandrágora narcótica;
ñoquis opiáceos.
Paradoja que resiste silenciosa.
Tácita unidad vencida.
Wagneriano xenófobo ya zozobramos.


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