miércoles, 29 de marzo de 2006

FESTEJOS

Cuando dejamos de nombrar palabras, ellas se alejan buscando otros labios.
Tal vez, morir es dejar de decir palabras.
En los silencios se crucifican esperas, se disfrazan mentiras, se congela el deseo y poco importa estirar la voz hasta el grito o la súplica.
Cuando las palabras se dejan de decir, el abandono brinda con la soledad.

lunes, 27 de marzo de 2006

HABERES

Hay un orden en el desorden de mis días. Tu presencia en cada uno de mis actos, tu mirada clausurando otras miradas.
Hay un saber en mi, casi, no saber nada. Una certeza en las ausencias, una verdad de madrugadas.
Hay un pasado que inventamos, un camino por los dos buscado.
Voy a dejar fuera los afuera. Alejarme de los traicioneros ahora para construir un nosotros a prueba de los otros.
Me amarás hasta mañana, por siempre será mañana si te siento al despertar.

miércoles, 22 de marzo de 2006

MATEMÁTICA Y QUÍMICA

El tiempo que burlamos, el tiempo que dejamos pasar esperando que pase para que, una vez pasado, sea un tiempo mejor ¿pasa factura?
A mí me la acaba de pasar.
No es mi estilo hablar de lo que me pasa, pero como mi estilo es, precisamente, no tenerlo, hoy les cuento que me duele algo en el centro del pecho. No, no es un problema cardíaco. Es un problema matemático y químico.
Hoy, por segunda vez, reprobaron a mi hija en matemática y química.
Toda mi vida fui una bestia total y absoluta en esas dos materias. Creí que me habían olvidado, creí que las había burlado pero regresaron como un estigma y se la agarraron con la nena.
Hasta cuarto año, pareció dominar ella. En quinto la destrozaron. Esta bien, ella se relajó y gozó, esto quiere decir que decretó desde el primer día de clase que se las llevaba a marzo. Se las llevó y no aprobó en el primer examen, tampoco el segundo me acabo de enterar.
De nada valió profesora particular de instituto que aconseja “No deje que su hijo repita el año”
¿Cómo les explico que no es que yo la dejo sino que es el tiempo burlado el que pasa factura?
Por eso no expliqué nada y pagué.
Tampoco sirvió.
La bestia sigue sin tener el título y la culpa es mía que sigo siendo una atrofiada general en todo lo relacionado con esas dos putísimas materias.
Ahora hay que esperar mesa para mayo o para junio. Buscar otra profesora y rezar.
Si alguien ve a mi tiempo burlado, le avisan que se venga para acá, que públicamente confieso mi bestialidad y que a la nena me la deje en paz.

¿Alguien tiene un container de Nervo Calm Gotas???

lunes, 20 de marzo de 2006

QUERIDA NINÍ

La quise desde siempre.
Antes que yo naciera, mis padres rieron con ella.
La quise desde siempre, nadie necesitó presentármela y poco me importaba que usara otros nombres y hasta cambiara su acento al hablar.
Encontrarme con ella significaba una maravillosa certeza: la risa.
Le he conocido varios trabajos: cocinera, criada, manicura, vendedora, bataclana, llegó a manejar una casa de huéspedes y hasta heredó a un millonario. Era metida, pero su corazón era inmenso y siempre, siempre sus intenciones eran buenas.
La quise desde siempre. Desde la primera vez que la vi por televisión, supe que esa mujer era inteligente. Después me enteré que escribía sus propios libretos y que sus primeros pasos fueron en la Radio. Valoré como supo captar la esencia de los argentinos en un tiempo de grandes quilombos sociales, tan grandes eran los quilombos que tuvo que autoexiliarse en México porque la censura le negaba trabajo por “deformar el idioma”, claro, atrofiar pensamientos no importaba.
Después vino el después pero, la primera vez que la vi y todas las veces sucesivas la risa fue la constante.
Se llamó Marina Esther Traverso, pero casi todos la conocimos con el nombre de Niní Marshall. Dicen que se fue un 18 de marzo, hace diez años; sospecho que solo tomó distancia.

Les dejo una muestra de su simpleza, de su genialidad:

Como un aporte a la coltura (porque “si usté tiene coltura, sabe que Chopin era un pianista que fabricaba valses de todas las medidas: N° 1, N° 2, N° 3, para cualquier largor de dedos”).

¿Sabe ande asistimo anoche? A un concierto -cuenta Catita o mejor dicho la señorita Catalina Pizzafrola-. Salió un melenudo y se puso a aporrear el piano, que yo pensaba: 'Dale nomá... ¡Cómo sevé que el piano no es tuyo! Si te agarra Jacobo Fisher...' Porque el piano tenía el monograma del dueño: Jacobo Fisher.

¿No me daría un utógrafo, diga? Yo que tanto lo amiro. ¡Ande ...sea bueno, déale!


Niní: donde quieras que estés recordá que te recuerdo de la mejor forma: con una sonrisa.

Besos sin distancia.

miércoles, 15 de marzo de 2006

RELECTURAS

Y bueno, hoy no tengo palabras mías pero, releyendo a ROBERTO JUARROZ, encontré este poema y tuve ganas de haberlo escrito para vos, Negro de mi Cuore, pero yo sé que vos sabés (y Ustedes también lo saben) que boca que besa no canta.

Besos y relecturas.


Me doy vuelta hacia tu lado,
en el lecho o la vida,
y encuentro que estás hecha de imposible.

Me vuelvo entonces hacia mí
y hallo la misma cosa.

Es por eso
que aunque amemos lo posible,
terminaremos por encerrarlo en una caja,
para que no estorbe más a este imposible
sin el cual no podemos seguir juntos.

viernes, 10 de marzo de 2006

LO QUE PERDEMOS

No hay mucho más de cierto que tu ausencia, que ya no marca clave alguna.
El tiempo, naturalmente, se llena igual. A la naturaleza no le gusta el vacío y donde antes estaba tu nombre, ahora siembro preguntas, repetidas preguntas, infantiles (si querés), preguntas.

¿Qué perdemos cuando alguien nos deja?
Perdemos la posibilidad de ser nosotros.

Pero olvidamos algo, lo perdido se recupera. De distinta forma, tal vez, pero se recupera.
Claro, sólo lo advertimos cuando perdemos otra vez.

miércoles, 8 de marzo de 2006

MUJERES

No iba a poner ningún post relacionado con el Día Internacional de la Mujer pero, me encontró este texto que debe tener más de veinte años, escrito por Viviana Gómez Thorpe para la desaparecida revista Emanuel.

¿Están de acuerdo mujeres?
Caballeros, ¿qué piensan?
Los encuentro en los comentarios.

Besos y opiniones.

Los temblores del alma femenina también son la realidad. Y la cosa, a menos que le esté errando muy fiero (me juego todo), es que somos más o menos así: bastante “gatas floras”; complejas hasta decir basta. Deseando cosas contradictorias todo el tiempo: un hombre que nos posea completamente y, que a la vez, no nos anule. Un hombre que se nos tire encima cuando estamos con el período, pero, al mismo tiempo, nos respete y venere como princesas. Ansiosas de los más pecaminosos contactos y también de la pureza de una reclusa, andamos por la vida. Mal mirado, el asunto es para volverse locas. Bien mirado, para tomarlo con humor.
¿Qué es lo que no hace sentir tan desposeídas, tan fuera de lugar?
El alma, no nos engañemos. Ese otro yo de nuestra vagina que nos da unos rebencazos crudos sobre el lomo cuando todo ha terminado y que nos grita que, en el fondo, no somos ni tan sensuales, ni tan instintivas, ni tan devoradoras de hombres como creíamos. Es sólo que, como un error genético, nacimos con el corazón perdido entre las telas de la entrepierna y, la dolorosa conclusión es que para ser felices, deberíamos tener siempre lleno ese vacío (que es nuestro propio vacío interior) pero, como eso no es posible todo el tiempo, padecemos como locas cuando nos deja la amorosa y dura lanza que (fugazmente) nos clava en un momento sublime del tiempo y del espacio.

martes, 7 de marzo de 2006

LA SEPARACIÓN

Me esperaba en "La Giralda" de Corrientes. Algo me dijo por teléfono acerca de su cuarta separación. Su voz sonó cortada pero imaginé que la culpa era del celular.
Gerardo ya estaba cuando entré al bar. Fui a su encuentro dispuesta a levantarle el ánimo.
"Vamos Geraldín, ya no duele como la primera vez, además ya sabías que la relación no daba para más, pedite una cerveza que vamos a festejar!"
Sin dejar de mirarme, se tomó la barbilla con su mano izquierda y con la derecha, la base del cráneo, después con un leve tirón, desprendió su cabeza y la dejó sobre la mesa de mármol.
Vi como su cuerpo se alejaba entre ruidos de bandejas que caían.
Desde la mesa, la cabeza de Gerardo me dijo: "No entendiste nada, nena, y mirá que te dije que ésta vez era diferente."

jueves, 2 de marzo de 2006

APARECIDA

El hombre caminaba rápido, como huyendo del pasado.
Cualquiera hubiera dicho que era por la lluvia pero, la mujer que lo esperaba, sabía que no. Habían pasado veintinueve años, el tiempo no pudo cambiarla. A él sí. Mantuvo su soberbia pero sus pasos habían perdido seguridad. Su mirada, en otra época inquisidora, era una sombra. En los ojos de ése hombre habitaban sombras.
Ella comenzó a seguirlo. La lluvia crecía. Los truenos parecían gritos y los rayos iluminaban brevemente como ilumina a nuestra memoria el recuerdo de risas compartidas con amigos que ya no están.
La cuadra por la que caminaban no tenía casas. Era la manzana de una vieja fábrica abandonada. Había un refugio y el hombre decidió protegerse del temporal bajo ese techo precario. La mujer no tardó en llegar.
El hombre la miró y ella mantuvo la mirada.
- ¿Parará alguna vez? -Preguntó el hombre- Parece llover desde siempre.
- Sí, a veces la lluvia puede ser eterna. Respondió la mujer sin dejar de mirarlo.
Había una puerta. Ella se acercó.
- Qué curioso. La puerta está abierta, ¿No le parece mejor entrar?
- Sí. Este refugio ya no sirve, mire, ya comienza a inundarse la calle.
Entraron en silencio a una pequeña recepción. No había ventanas, ni otra puerta. Solo paredes descascaradas.
- Esto parece una cárcel -Dijo el hombre- Extraña construcción...
- Algunas cárceles no lo parecen. Dijo la mujer.
Quedaron en silencio, creyó reconocerla, pero no dijo nada. Ella juró no olvidarlo y no lo olvidó.
Un portazo lo sobresaltó. El viento cumplió su misión.
- ¡Qué es esto! -Gritó el hombre- Esta puerta no tiene picaporte. ¡Estamos encerrados!
- Está encerrado, querrá decir. Contestó la mujer y atravesó la pared.