lunes, 3 de diciembre de 2007

Lo que parece...

Hablar de amor, escribir sobre el amor era una parte mía, una parte que he perdido. Ya no tengo poesías para exorcizar dolores. Siento que sobreviví a un huracán que arrasó hasta mi aliento y asesinó el cachito de fe que me quedaba. Compruebo con una incierta tristeza que no la quiero de regreso, hablo de la fe y ese sospechar en algún lugar alguien esperándome, andar atenta por la vida para no seguir de largo. Atenta voy a estar, sí, para rajar. No ha sido bueno conmigo el amor, (no sé porque debiera haberlo sido, aclaro, pero cada vez desconfío más a esa gratitud por haberlo conocido). Llegó a destiempo. No está. No existe para mi y, si bien me extraño enamorada, no quiero volver a ese estado de gracia. De gracia para el otro, claro, porque se mató de risa en mi cara.
No es la primera vez que siento esta ausencia de palabras, no es una sensación agradable comprobar que emigran, que no regresan. Las salgo a buscar pero cuelgan el cartel de “enseguida vuelvo” y, como si fueran empleadas públicas, las muy turras no regresan. No me queda otro remedio que mandarlas a la mierda. Ignorarlas como si alguna de las que me habitan me mirara de reojo y apagando un nombre en lugar de un cigarrillo en el cenicero me dijera: No te calentés. Vuelven sin aviso.
Aburrirme pareciera que me moviliza, me aburrí de mi mirada pelotudamente romántica, eso me hace andar más, intentar algún curso, viajar, visitar museos, esconderme en algún cine pero, también pareciera que estoy detenida. Quizá lo necesite para encontrar una nueva mirada en lo que escribo que no se parezca tanto a lo que siento o, una vez más, lo que parece no tiene un pito que ver con lo que es.

No hay comentarios.: