Hoy pensaba colgar mi tristeza en el placard.
Mientras venía para la oficina iba escribiendo mentalmente un post que, por supuesto, ya no recuerdo (o me compro un grabador chiquito o asumo mi Alzehimer).
Creo que lo que me decía era algo así como intentar levantarme con una sonrisa y salir a la calle deseándoles un buen día a los conocidos con lo cuales me cruzo. No con una sonrisa pelotuda, con una franca, transparente.
Creo que me decía que mi soledad no es tan aburrida y que cuando estoy conmigo, con mis cosas, con mi hija, con mi perro, con mis libros y mis plantas tan mal no la paso. Que siento el cariño de las personas desde el otro lado de la pantalla, personas con las cuales he compartido almuerzos, cenas, vinos, birras y mojitos, y las otras, las que no conozco, las que vienen de lejos y me regalan palabras, abrazos, ternura.
Personas que vislumbro al conocer sus Blogs. Personas que quiero.
Hoy, una de esas personas decide cerrar su puerta. No le gustan las despedidas y cuando se va lo hace sin explicaciones. La entiendo, la respeto. Claro que eso no implica que me duela un cacho el alma. Claro que eso hace que me quede un rato más con mi tristeza.
Te voy a extrañar, Chirusa.
Ya sabés, en el tablón me quedo esperando por si decidís volver.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario