miércoles, 19 de julio de 2006

¡Feliz día, manga de tronados!!!


Estas palabras no son mías, las escribió Aída Bortnik y, ya sé, me adelanto un día en el festejo del Día del Amigo. Hoy me levanté adelantada, me hacen el favor de bancarme mientras les dedico estas palabras que no me pertenecen pero debieran haberme pertenecido o quizá a todos nos pertenecen porque, sospecho, pensamos parecido.


Los amigos

No pueden impedir que uno sufra, no pueden garantizar que uno sea feliz; no pueden reemplazar a la madre ni al padre, no pueden confundirse con el amante ni con el hijo; no evitan que uno cometa errores, ni aciertan siempre en celebrar a tiempo el verdadero triunfo sobre uno mismo; no impiden que el dolor duela, ni aseguran que el amor ame; no detienen el tiempo y sus deterioros; no apresuran el equilibrio ni sus armonías; no están siempre que hacen falta, ni se van cuando uno está preparado para la soledad; no colman todas las posibilidades de la sed, ni se privan de despertar otras nuevas.
Los amigos solamente hacen que el espejo nos devuelva la imagen de alguien capaz de ser amado por alguien a quien ama. Los amigos solamente hacen que la vida valga la pena de ser vivida.

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