A veces encuentro poesías que no sé quien las escribió y dicen lo que hubiera querido escribir. Poesías de otro como espejo, como testimonio de melancolías que me habitan sin permiso y pegan portazos en mi cabeza. La que sigue es una de ésas poesías.
Hubo un primer lugar donde nos encontramos
ajenos a la excusa.
Como si fueran dijes
le colgamos palabras, confesiones
y algún lúdico beso.
Hubo un primer lugar de confianza absoluta
de puertas sin visillos,
de compartir miradas
alrededor de sueños.
De bordear lo posible.
Después, nos conocimos.
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