No suelo recomendar películas. En realidad, no solía. Estuve demasiado tiempo alejada de éste arte que me atrapó desde siempre y dejé de lado por una especie de imbecilidad congénita que estoy tratando de ignorar.
El viernes salí de la oficina. Caminé hasta el consultorio médico a buscar una receta y allí, cerca del Congreso y del consultorio está el Cine Gaumont.
Miré la hora, quizá la hora me miró a mí y sospecho que me dijo algo así como: dale boluda, entrá.
Y entré.
Nunca había escuchado a un director llamado Hernán Gaffet, pero le tuve fe a los actores y ahora, Gaffet se ganó mi respeto.
La sala inmensa estaba vacía. Me fascinó esa sensación de estar rodeada de butacas que se llenarían después. O no, no importaba. Toda la pantalla para mí. Si nadie entra veré “Ciudad en celo” a solas. Pero no. La gente fue llenando de voces el silencio. La luces se apagaron y comenzó la película.
No les pienso contar nada, solo que cuando “Duke” le responde a “Sergio” que sexo tiene Buenos Aires, se me piantó un lagrimón.
Actúa Dolores Solá y hay música de “La Chicana”
Cuando terminó, se escuchó un aplauso general y sonrisas compartidas al salir.
Si tienen más de cuarenta, vayan.
Si tienen menos, vayan igual.
Acá les dejo más información: http://www.ciudadencelo.com/
Vayan, no sean giles.
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