miércoles, 21 de junio de 2006

Mi Gurú.


Yo tengo una Gurú. Sí, una Gurú. Seguro que muchas la conocen, se llama Gabriela Acher, resulta que cuando pareciera que ya no doy más, doy un cacho más y llego hasta mi biblioteca, la busco y ella siempre está sonriente, como esperándome, como diciéndome: “Vení boluda, releé de nuevo, yo sé que sabés que te lo dije pero no te preocupes, para eso pagaste el libro, para que espere o para volverlo a leer. Dale, ponete la remera de algodón, las pantuflas y vamos a reírnos juntas de lo que te pasa. Toda la vida me tuve que debatir entre el miedo o el pánico, porque estar con otros me daba miedo pero estar sola me daba pánico... hasta que leí en un libro que se podía exorcizar el miedo a través del humor, ya que el humor tiene la capacidad de cambiarnos el color de la lente con la que estamos observando la vida. ¿Y sabés que es verdad? ¿Sabés que yo ahora tengo a alguien dentro de mí que se caga de risa de mis desgracias?” Una cosa es cierta, tiene razón la turra.

Y bueno, acá dejo algunos párrafos de sus libros, en breve traigo más:

Si a los 20 años creer que uno puede cambiar a otro es de una inocencia aceptable, a los 40 es de una estupidez imperdonable. (Y pisando los 50 una pelotudez condenable)

Tuve un príncipe azul que me destiño al primer lavado, otro que se convirtió en sapo y otro que me protegió de todo, menos de sí mismo.

La persona que amamos no es otra cosa que un espejo de la opinión que tenemos de nosotros mismos. Cuanto más fuerte es la atracción, más cercano el espejo. Aquello que sentimos que merecemos (aunque no lo sepamos) es lo que determina cómo será el objeto de nuestro amor. Y cuando el otro no sea el adecuado, debemos preguntarnos qué desarmonía interior está reflejando.

Estábamos haciendo un seminario sobre comunicación que duró varios días, con especialistas que venían del extranjero. Todas participaron activa y apasionadamente y la conclusión final fue que nuestro problema de incomunicación es que nos comunicamos demasiado. Pero a los varones les llamaba poderosamente la atención el hecho de que las mujeres entráramos en conversación tan fácilmente. Y me di cuenta de algo que ellos no saben y nosotras nunca les diremos... y es que esto sucede porque las mujeres tenemos un tema preferido para romper el hielo, y son ellos. ¡Los hombres!
El monotema femenino por excelencia, la fuente infinita de nuestras preocupaciones y reclamos. ¡Los hombres!!!
Qué aburridos que son... cómo nunca nos escuchan... cómo no nos tienen en cuenta... cómo se fueron a la mierda... ¡cómo hacer para que vuelvan!!!

...Todas coincidían en que lo peor era el fin de semana. Una confesó que se metía en la bañadera el viernes a la noche, y salía el lunes a la mañana para ir a trabajar.
Otra confesó que no tiene bañera, pero pasa por el bidet los sábados y domingos. Tiene fantasías eróticas cosmopolitas: el chorro de agua fría es un vikingo; agua caliente un caribeño; agua tibia su ex marido; canilla cerrada su presente.

Yo siempre sufro, cuando estoy bien y cuando estoy mal. Es más, me parece que cuando estoy mal estoy mejor. Porque entonces sé que no puedo estar peor... ¿Entendés?

¿Cuánto tiempo pasa entre el momento en que pensás que su exmujer era una idiota hasta que descubrís que la idiota sos vos?

Es atento, es amable, es serio y tiene buenas intenciones. Es un tipo simple... ¿eh?... No tiene complicaciones. Todo le viene bien, nunca se enrolla, ni discute. Pero no lo hace para seducirme... ¡no! ¡Él es así! Es calmo, es apacible, es sereno... es... un plomazo! Me aburre, me aburre soberanamente. Este hombre es muy bueno pero es menos sexy que una aguaviva. No puedo, no puedo... hice el esfuerzo pero... ¡Yo necesito otra cosa!!! ¡Le falta el brillo de psicópata!!!

Cuando yo era chica, una mujer a los 50 años era una anciana, pero por suerte ahora es peor. ¡Ahora sos anciana a los 30!!!

No sé ustedes, pero yo, cuando un hombre me gusta, me convierto en una ameba. Pierdo todo el sentido de la autoestima. Todo me sube, la ansiedad, la adrenalina, menos la autoestima, que me baja. A medida que me va interesando, él crece y yo me achico.

Y cuando no nos animamos a dejar aquello que ya sabemos es falso, no estamos dejando espacio para que aparezca lo verdadero.


Bueno, por ahora dejo estos comprimidos, pueden ser tomados en ayunas o después de algún fracaso.

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