Ni complacidos, ni resignados.
No llegamos hasta acá ni para soportarnos, tenernos lástima o dar vergüenza.
Se trata de vivir pero, faltan maestros que enseñen a envejecer respetando a los ancianos. Aceptar que es preferible un aborto a tiempo que pibes desnutridos o mujeres muertas en el intento.
Una planta en mi balcón renace. Todo renacer esconde pequeñas muertes, olvidos sin aviso, fracasos reservados, ignorancias asumidas.
No, no es ahora el fin, pero hay una hora, un mes que esconde mi final.
¿Cuántas veces pasaré por ella ignorando el año?
Aunque estos pensamientos me ataquen sin permiso, no me quitan las ganas ni la risa.
Y, por más resaca que me haya dejado lo perdido, comprendo la esencia de conjurar engaños que llevará mi botella de mar a ninguna dirección, a ningún remitente.
A tu océano. Nuestra playa.
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