Hay días que somos de celofán. Nos replanteamos nuestra historia y todo se vuelve sepia. Días de ojos hinchados y angustia que se nos antoja eterna. Días sin brillo que opacan nuestra risa. Días que nos sentimos culpables por haber gozado, por haber confiado. Días para ser borrados y borrar el celofán y los sueños. En esos días, aunque te cueste creerlo, nos volvemos más fuertes. Buscamos lo que queremos dentro de nosotras y, encontrarlo, será nuestro escudo, nuestro estandarte.
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