Así es mejor.
Abolir los silencios.
No permitir que las palabras
asesinen lo vivido.
Inventar un tango demente
mientras tarareo finales.
Decirle que sí.
Dejarme llevar.
Guardar la poesía de su mirada.
Comprender que los caminos
da lo mismo si se juntan o no.
Mirarlo nuevamente,
sin decir nada.
Archivar los sueños.
Buscar un aerosol,
dibujar la despedida
en paredes mal pintadas.
Volverlo a mirar.
Dejarme llevar en la próxima ola.
Aceptar que se quede en la orilla.
Saludarlo.
Imaginarlo feliz.
Hacer planes sin su risa.
Quererlo.
Y volverlo a querer.
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