¿Saben qué? Me harté de la melancolía. Hoy tengo un día absolutamente escéptico. No, tampoco es un día escéptico. Hoy tengo un buen día.
No me pasó nada digno de ser recordado, salvo que casi me agarro de los pelos con una señorita que trabaja en Personal, sí esos que venden telefonitos y cuando querés cambiar a otra compañía te hacen ir cuatrocientas veces para desbloquearlo. Ni siquiera discutí por un celular mío. Es un trámite solicitado por mi señor jefe. Bueh! No importa. Lo que sí me importa es que la melancolía me sienta bien un rato pero ya me pasé de rosca. Y debo tener una balanza dentro de mí. Algo debo tener porque así, sin que nada extraordinario suceda, me siento bien. Sin tomar Hepatalgina, me siento bien.
¿Por qué cuándo termino de escribir estas palabras, tiemblo pensando en un futuro desastre??? ¿Me estaré identificando con Felipe??? ¿Deberé sacar el Todo Mafalda del baño y cambiarlo por el Ulyses de Joyce??? Después de todo, ya me avisó Galeano cuando dijo: ya que no podemos ser profundos, seamos complicados.
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