Mi entusiasmo lo derriba el tiempo, a pedradas.
No sé cuántas esquivó. No sé si seguirá con más fuerza pero menos paciencia.
No sé que es mejor.
Quiero irme, quiero regresar. La confusión es mi destino.
Igual, no pasa nada.
Mientras tanto, espero vientos sublimes que alejen cobardías y la entereza sea liberada.
En esta inmensa cárcel sin paredes, espero el milagro o la condena.
Me pregunto si sabré distinguir la diferencia.
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