Hay días que se visten de tristeza.
Días donde la risa no sale y se amontonan ausencias.
Estos últimos dos años he perdido muchos afectos, demasiado amor.
Ya no están mis viejos. Shunsho no nos espera al regresar. El hombre que amé, no existe.
Antes, cuando escribía, exorcizaba dolores, buscaba conjuros. Mataba desde la palabra amarguras. Creí encontrar claves nacidas para mi. Signos que me reflejaban.
Antes, al escribir, no tenía idea como nos marca la muerte.
Ahora, sí. Ahora he comprendido. Hay palabras que no debo usar con tanta soltura. Debo eliminar palabras. Usarlas con cuenta gotas.
No. No volveré a morir de amor. Ni me mataré por un dolor y, otra de las que soy, ocupará mi lugar.
No. No voy a llorar por estupideces, por sueños que ni debieron ser soñados.
No voy a enterrar ninguna de las que he sido. Las acomodaré en los estantes más elevados y las bajaré cuando me necesite mejor; cuando mude recuerdos.
Me están aburriendo las palabras sin actos. Palabras repetidas que, de tanto leerlas, pierden fuerza, pierden respeto, pierden forma.
Palabras que he sentido mías las utiliza cualquiera.
Me aturdieron los cualquiera y algunas palabras ocupan su justo lugar; se van acomodando dentro de mi y, espero poder lanzarlas como flores, como piedras.
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