Uniformada de apretones, ¿Dónde los sigo?.
Tan ausentes, tan distantes, ¿Dónde vamos?
Incapaces de responder una sonrisa. Resignando asombros; ignorando miradas, capaces de no distinguir nuestro reflejo.
Vamos corriendo por calles, nos zambullimos dentro de las bocas del subte para empujar, para ocupar un asiento, para llegar.
Sin vernos, sin oírnos. Contando los minutos, restando posibilidades.
Absolutamente ciegos. Decididamente sordos. Patéticamente adultos.
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