Requiero la presencia de la piba que fui.
La dejé sentada en el cordón de la vereda, en un barrio de San Martín, esperando su turno para jugar a la rayuela y llegar al cielo.
Reclamo la tierra de mi niñez, la vieja parra, los zoquetes caídos.
Pido por aquellos barriletes que remontamos juntas.
Busco el olor a pinturitas y chicle del colegio.
Ansío el tiempo en que fui inmortal.
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