lunes, 31 de octubre de 2005

Pido gancho.

Requiero la presencia de la piba que fui.
La dejé sentada en el cordón de la vereda, en un barrio de San Martín, esperando su turno para jugar a la rayuela y llegar al cielo.
Reclamo la tierra de mi niñez, la vieja parra, los zoquetes caídos.
Pido por aquellos barriletes que remontamos juntas.
Busco el olor a pinturitas y chicle del colegio.
Ansío el tiempo en que fui inmortal.

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