No hay desconcierto ni sorpresa. Tuvo razón en todo. Haber acertado no provoca alegría. Agradece a su intuición, pero hubiera preferido el error de sus sentidos porque, una vez más, eso que no tiene nombre le murmura que ya nada volverá a asombrarla y, claro, no es agradable cargar con esa certeza y colgar dos o tres sueños en el placard, en el rincón donde amontona la ropa que donará al Ejército de Salvación.
¿Te acordás?
carrusel - La Surca
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