Sábado. Tarde de sábado. Llamo a mi amiga para ver como anda. Hablamos y en medio de la conversación me pregunta que hago a la noche. No tengo nada en mente le contesto, bueno, venite para el Pasaje Copérnico que en el Cine Club dan el final de la trilogía sobre la venganza del director coreano Park Chan Wook. ¿Lo qué? Le pregunto desde mi tan habitual ignorancia. Mi amiga Gabriela es así, le gusta el cine raro. En realidad no es raro, es un cine que no está dentro del circuito, o sea no son películas que están en cartel pero son películas que bien pudieran o pudiesen ser de culto. Lo cierto es que me cambié y me fui a ver “Sympathy for lady vengeance”
Los coreanos son raros con lo cual, su cine (para mí) también lo es. Buena fotografía, mucho de poesía trágicamente barroca. Dicen que este cineasta surcoreano enfrenta a los espectadores a con lugares incómodos, sin embargo me pareció infantil. Una condena que cumple la protagonista por asesinar a un chiquito de cincos años, ella es inocente y el culpable la obliga a confesar bajo amenaza de matar a su propia hija. A salir, después de trece años de condena, la recupera y no me quedó claro que pasa con los padres adoptivos que la criaron durante ese tiempo y no eran oblicuos. Va a buscar al real asesino y descubre que mató a más niñitos entonces ubica a los familiares y allí discuten si lo cortan en pedacitos o lo entregan para un juicio. Lo cortan en pedacitos pero dan tantas vueltas, que me aburrieron. Pasa que no entraste en código, me dijo un amigo, porque si buscás la parte lógica y no te dejás llevar por la fantasía del autor no entrás en código y, no, no entré en código. Más que venganza lo que vi es tensión moral, y la conciencia de culpa como tema principal porque la protagonista carga con una culpa excesiva. Igual parece que termina bien, aunque no entiendo como la hija no terminó internada con gangrena en las patas cuando en el final se abrazan en una calle cubierta de nieve y la pibita está descalza.
Resumiendo, no entendí un pomo, sé que estoy dejando de lado partes importantes pero lo mío no es la crítica cinematográfica, y menos de cine coreano, espero que quede claro, pero la propuesta está buena: primero un flaco te sitúa y habla de los coreanos, de su lugar en el mundo, la ponchada de oblicuos que son, las guerras, etc. Cuando la película termina se degusta un vinito, esta vuelta le tocó a un Merlot Roble 2007 de Finca Flichman y se larga el debate. Por supuesto no dije nada y me entretuve mirando y escuchando a las personas que daban su opinión y ni una vez me pregunté que estaba haciendo en un lugar como ese, con lo cual, sospecho, volveré; (la próxima es una francesa). Eso sí, necesito un DVD con suma urgencia porque cuando fuimos a cenar, (con mi amiga, envueltas en glamour como es nuestro estilo) comprobé el poco cine que tengo y, cenar y casi no hablar no es lo mío pero descubrí que al no tener nada que decir, no dije ninguna estupidez y eso, mis estimados amigos, es un logro importantísimo.
A todos aquellos que les agrade la propuesta les dejo la dirección del Cine Club Buenos Aires Mon Amour: http://cineclubmonamour.org/
Los coreanos son raros con lo cual, su cine (para mí) también lo es. Buena fotografía, mucho de poesía trágicamente barroca. Dicen que este cineasta surcoreano enfrenta a los espectadores a con lugares incómodos, sin embargo me pareció infantil. Una condena que cumple la protagonista por asesinar a un chiquito de cincos años, ella es inocente y el culpable la obliga a confesar bajo amenaza de matar a su propia hija. A salir, después de trece años de condena, la recupera y no me quedó claro que pasa con los padres adoptivos que la criaron durante ese tiempo y no eran oblicuos. Va a buscar al real asesino y descubre que mató a más niñitos entonces ubica a los familiares y allí discuten si lo cortan en pedacitos o lo entregan para un juicio. Lo cortan en pedacitos pero dan tantas vueltas, que me aburrieron. Pasa que no entraste en código, me dijo un amigo, porque si buscás la parte lógica y no te dejás llevar por la fantasía del autor no entrás en código y, no, no entré en código. Más que venganza lo que vi es tensión moral, y la conciencia de culpa como tema principal porque la protagonista carga con una culpa excesiva. Igual parece que termina bien, aunque no entiendo como la hija no terminó internada con gangrena en las patas cuando en el final se abrazan en una calle cubierta de nieve y la pibita está descalza.
Resumiendo, no entendí un pomo, sé que estoy dejando de lado partes importantes pero lo mío no es la crítica cinematográfica, y menos de cine coreano, espero que quede claro, pero la propuesta está buena: primero un flaco te sitúa y habla de los coreanos, de su lugar en el mundo, la ponchada de oblicuos que son, las guerras, etc. Cuando la película termina se degusta un vinito, esta vuelta le tocó a un Merlot Roble 2007 de Finca Flichman y se larga el debate. Por supuesto no dije nada y me entretuve mirando y escuchando a las personas que daban su opinión y ni una vez me pregunté que estaba haciendo en un lugar como ese, con lo cual, sospecho, volveré; (la próxima es una francesa). Eso sí, necesito un DVD con suma urgencia porque cuando fuimos a cenar, (con mi amiga, envueltas en glamour como es nuestro estilo) comprobé el poco cine que tengo y, cenar y casi no hablar no es lo mío pero descubrí que al no tener nada que decir, no dije ninguna estupidez y eso, mis estimados amigos, es un logro importantísimo.
A todos aquellos que les agrade la propuesta les dejo la dirección del Cine Club Buenos Aires Mon Amour: http://cineclubmonamour.org/
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