viernes, 29 de diciembre de 2006

Opiniones.

¿Opinión imprecisa? Las opiniones siempre son precisas, precisamente lo difícil es hallar un pasar feliz en el camino de la diversidad y nuestra propia búsqueda. Dijo él.

Las opiniones no siempre son precisas, a menudo cambian y no hablemos de las superficiales. No hay nada que se pueda modificar más rápido que una opinión. Le contesto, mientras cambio mi manera de pensar y opino lo contrario.


¡Buen año para todos los que quiero!!!

miércoles, 27 de diciembre de 2006

Nunca escribí así. Primero lo pasaba por el word, el corrector y la mar en coche.
Hoy escribo como si fuera un diario, como si vos, queridísima Chiru me empujaras porque, no hace tiempo para conocer a las personas, porque las que somos del tablón nos conocemos desde siempre y si éso tiene que ver con el tiempo, que el tiempo se recontracague en el mismo.
Siento que pocas, muy pocas cosas tienen sentido. Siento que extraño a mi viejo y no hay forma de traerlo de vuelta. Siento que las fiestas esetán bién para casi todos, pero para mi son un dolor que no comprendo, que no recuerdo. Nunca fui feliz ni en Navidad ni en Año Nuevo. Tampoco mi cumpleaños ha sido para mí una alegría.
Si lo pudiera explicar con palabras diría: siempre me sentí de más.
Cuando estaba rodeadada de gente que me quería. Sentía que me querían. Sabía que me querían, yo quería estar en otro lado. Nunca pude descubrir en que lado. Nunca lo encontré.
Estar de más era lo mío. Alejarme en algún momento antes del brindis y preguntarme, preguntar, qué carajo hacía en ése lugar.
No soy una persona desagradecida, a veces me pregunto si soy una persona.
Quiero a mi hija, la quiero porque está pero, si no hubiera tenido una hija no extrañaría nada. No soy ése tipo de mujeres que llevan la maternidad como una bendición. No me sentiría menos mujer por no tener hijos. No sé... ya les dije, estoy escribiendo como si me confesara y, tampoco creo en las confesiones. En los Ave María y los Padre Nuestro...
Escribo porque si algo nunca me abandonó son las palabras, las letras. Tal vez no tenga sentido lo que escribo, pero esta madrugada en la que me siento tan sola, tan perdida, tan de más, quería reafirmar esa sensación que no me abandona.
Aparecen amores y me creo única y siempre, siempre, siempre, me equivoqué.
Escribo como si nadie pudiera leer lo que escribo. Pero esta vez me leerán. Harta de llenar cuadernos de tapa dura que seguramente quemarán conmigo cuando muera.
Harta de mis miserias, de mis errores.
De apostar, de saber que el amor existe. Pero no para mi. No para mi.
Cuando me quieren. No quiero.
Cuando quiero no me quieren.
Cincuenta años con la mente de una de veinticinco. No sirve. No sirvo.
Ojalá pudiera decir dejo de buscar.
Abandono mi sueño.
Pero, a pesar de sentirme de más. A pesar de mi melancolía, de mi tristeza. Algo, no me pregunten qué, algo me empuja para adelante.
Pero tengo miedo.
No se dió lo que esperaba y, ya no tengo ganas de esperar. No tengo que luchar, no tengo que pelear por la persona que amo y, si debiera o debiese hacerlo a mi edad, les pido que me internen .
Quiero empezar el nuevo año sin deudas, sin mentiras y sin más boludeces.
De frente y de perfil. De atrás y de adelante yo, soy lo que soy.
No miento cuando hablo de mí.
Soy. A pesar de querer ser mejor, no me sale.
Si alguien me conoce, lo sabe.
Quiero muchísimo a la gente que me quiere y, también sé querer al que me hizo mierda, seguramentente algo me ha dado para que lo quiera, pero bueno, esto es una confesión de conventillera. Como si las conventilleras no pudieran querer y gritar su dolor.
Sí. Soy conventillera ¿Y qué?
Ojalá siguieran exisitiendo aquellos queridos conventillos y no ésta mierda en donde cada uno vive tan alejado del otro, que necesita confesarse en una pantalla.

Gracias, Chirusa. Alma de tablón. Código (porque vos sí tenés códigos) de conventillo.

miércoles, 20 de diciembre de 2006

Roberto Juarroz.

Y bueno gente, se acercan las fiestas y como no puedo cambiar la realidad, cambio de conversación.
Les dejo una poesía de Roberto Juarroz:


El amor se trunca a veces
como un miembro amputado,
pero el vacío sigue haciendo sus gestos,
que tal vez alguien reciba.

Aunque el amor se vaya,
el hábito de amar se alarga siempre.
Por eso no es extraño
que si el amor retorna
sus gestos se entremezclen
con los gestos anteriores.
Y aparezcan amores
que vagan por el mundo
con gestos duplicados,
amores que parecen dos amores.

No es raro, por lo tanto,
que confundamos un amor con otro
y hasta amemos aquel que ya no está
en lugar del que está.



De nada, manga de tronados.

jueves, 14 de diciembre de 2006

Veinticinco más veinticinco


Alguna vez escuché a Serrat cantar: hace veinte años que tengo veinte años, claro ya tenía la casi certeza que veinte años no es nada, Gardel y Le Pera me lo fueron grabando en el rígido.
Hoy hace 25 años que tengo 25 años. Ya conocen de mi pasión de leer libros y extraer aquello que, sospecho, son los mejores pensamientos de los escritores que admiro. Estoy releyendo a Simone de Beauvoir, “La edad de la discreción” ella cita a otro autor, ella me dice hoy, que vuelvo a cumplir 25 años:
“Uno se endurece en partes, se pudre en otras, jamás madura”

Compré este libro el dos de junio de 1991. Recuerdo haber llevado a Florencia al teatro y a la salida, en una librería de la calle Corrientes, me estaba esperando “La mujer rota” que tiene tres novelas en una. “Monólogo” es la tercera.

En 1991, en la dedicatoria, SÍ, me dedico los libros, escribí: “Lo compré junto a Flor. Necesito encontrar una respuesta, varias respuestas. Tal vez Simone…”
Sospecho en este diciembre del 2006, que hubiera escrito lo mismo. Sigo sin madurar, sigo buscando respuestas. Quizá la vida se resuma en eso. En una búsqueda de respuestas que, a veces llegan y nos resistimos o las aceptamos.

Resistir. Me gusta esta palabra. Me recuerdo defendiendo causas alocadas y sueños imposibles. Los temporales que supe gozar y padecer, no borraron mi memoria, ni mis broncas. Las palabras sepultadas pelean por vivir y, aunque el fuego no es el mismo, tendré fuerzas para resistir.

Mi viejo no está conmigo. Ése es el dolor verdadero, su ausencia. La falta de su voz desde el otro lado del teléfono. Mi reto por no recordar mi cumpleaños y su risa diciéndome “Hombre, no recuerdo ni el mío. Ya nos juntaremos, sabes que siempre guardo algo para ti”. Este año no escucharé su voz pero, cierro los ojos, y lo sigo viendo. Quizá hay algo guardado para mí. Quizá este sea un año de respuestas. O nuevas e importantes búsquedas.

Flopo estará conmigo, ayer me quería llevar (para festejar mi año nuevo) al Golden… con una amiga de ella y su madre. También vendrá Maitena que es la otra hija que no tuve, (es la hija de mi anterior pareja). Fui su “mamastra” por diez años y, después de la separación sigo siéndolo. No me entusiasma mucho la idea de ir a ver a esos nabos, pero sus risas son un atajo a mi risa.

Hablar de mi miedo a la vejez, me libera. Todavía la odio, todavía sostengo que es una traición pero hay que cumplir más años, allí está el misterio de vivir. Si no vivimos, se acaban los años. Lo inmediato es vivir; además, como canta el Polaco Goyeneche: Vivir es cambiar en cualquier foto vieja lo verás.

Voy por más. No lo estoy viviendo con angustia, siento algo diferente dentro de mí y, como supo decir mi amado Oliverio Girondo: “¡La esperanza dispone de tantos terrenos baldíos!”


Besos agradecidos para todos.

miércoles, 6 de diciembre de 2006

Marguerite Yourcenar

Para muestra dejo un botón:


No existe más que un hombre en el mundo:
los demás no son más que un error o un triste consuelo, y el adulterio es a menudo una forma desesperada de la fidelidad.

(Clitemnestra o el crimen - Marguerite Yourcenar)

viernes, 1 de diciembre de 2006

La balanza.

Harta de mi hartazgo.
Del me voy pero me quedo.
De escuchar. De equivocarme.
De esperarme en una esquina y tomar otro camino.
De salir sin lágrimas y que me invada el llanto, al bajar del subte.
Sí, dicen que es normal. Que la depresión puede durar seis meses.
¿Qué tengo que ver con la depresión?
¿Todas las depresiones que no tuve en mi vida me tienen que agarrar ahora?
Ya tengo bastante con la Tiroiditis de Hashimoto, enfermedad que causa una reacción autoinmunológica con anticuerpos que atacan a la glándula tiroides. Mis anticuerpos no reconocen mi tiroides y la bombardean como si fuera un bicho extraño.
¡Tengo una revolución contra mi misma! ¿Esto es lo que algunos llaman “vida interior”?????
¿Pero, todas a mí? Tengo un oblicuo dentro que no me reconoce y me ataca. Me siento un jueguito de la última PlayStation.
Estoy harta de la paciencia que supe tener.
Harta de haber comprendido lo incomprensible.
De apagar el despertador con unas ganas irrefrenables de reventarlo contra la pared.
De repetir la tristeza en una ciudad que me queda grande porque a nadie busco y éste cansancio de alma emparchada con cinta scotch.
Y repito el miedo de caer desde todos los precipicios que creí perdidos.
De mirar con niebla, hablar sin ganas.
Pero también, reitero la búsqueda del empedrado de la infancia; las huellas que dejé en la arena; el primer “te quiero” de mi hija; los dedos cruzados en aquel final.
Repito las ganas de jugarme entera. De inventar un sueño. De poder llegar.
De saber que cuando tocamos fondo, hay una mano amiga que te saca a flote y te dice: “Dale, dejate de joder”.
Por eso, repito confianzas.
Porque como en una balanza, está la risa, (contraseña de los amigos), sacándole la lengua a mi dolor de barrio, a mi mirada de perra abandonada, a mi tristeza de conventillo.

martes, 28 de noviembre de 2006

Cartas sin destino

No. No me voy.
Sucede que la bomba estalló dentro de mí.
Sucede que algunas cosas se van acomodando. Como estoy acomodando viejos archivos. Cartas de amor que nunca envié a sus destinatarios y ahora me encuentran para compartirlas con Uds.
Palabras escritas, pero nunca entregadas.
Palabras, sólo palabras.


Buenos Aires, algún día de mi pasado.


Ahora sí. Ahora puedo escribirte.
Una voz desconocida dijo no tener idea de tu nuevo número. Esa voz me contó que hace seis meses abandonaste todo. Te fuiste sin decir donde. Hace apenas unos minutos se abrió el camino que te conduce a mis recuerdos.
Alguna vez te dije que para extrañar era necesario estar lejos y como estabas cerca no podía hacerlo. Te enojabas entonces y, es una pena, que no te haya amado.
Ahora puedo evocarte. En algún rincón del pasado, si es que el pasado tiene rincones eternos, seguimos juntos. Parando un taxi sobre Rivadavia; haciendo tiempo en alguna librería de Corrientes esperando el comienzo de la película elegida o arrodillados frente a frente sobre una cama, aletargando el deseo, comiéndonos con la mirada, relamiendo las ganas hasta entregarnos otra vez al ritmo, al grito, al jadeo.
Queríamos huir del después.
“Siempre es ahora” era nuestra ¿absurda? consigna.
Fuimos “siempre” por seis meses. Curiosa similitud con éstos otros seis meses, igual cantidad de tiempo, pero distinta calidad, acotarías.
Sabíamos que era imposible huir de los relojes, pero aferrarme a utopías era mi forma de no aislarme en vos.
Decirte adiós no fue fácil. Sólo necesario.
No te amé.
Te quise y esa sutil diferencia hizo que llamara esta tarde. Quería saber de vos. Deberé conformarme con los recuerdos. Con la esperanza de imaginarte bien y que tu mirada no cambie. Fuiste bueno, un hombre bueno entre tanta maldad.
Venís a mí como la primera vez.
Venís sonriendo.
Así te guardo, así.

lunes, 27 de noviembre de 2006

Me voy.

No llega. No llego. Intento una sonrisa. Camino sin rumbo. Estoy rota.
No llego. No llega. Las lágrimas no quieren dejarme. No encuentro refugio.
¿Había necesidad de partirme en dos?
Ni las palabras me liberan.
Toda la vida esperándolo. Saber que existe. Que existe en mí. Que era mejor en mí. Conocer su cara, sus gestos, su mirada, su risa. Y no conocer nada.
Mejor me voy.
Andaré visitándolos, pero necesito alejarme por un tiempo.
Tomar distancia.
Cuando llegue el olvido, espero regresar. Todavía no llega. No llego.
Gracias a todos por su cariño.

jueves, 23 de noviembre de 2006

La piba.

La piba sentada en el cordón de la vereda con las rodillas sucias y las medias caídas, sabe que el pibe no pasa pateando su tristeza porque, tal vez, es feliz. Y no sabía vestirse de amargura por la felicidad del otro.
Sabe que en algún lugar, tal vez en otra esquina, alguien la espera; pero no tiene ganas de ir.
No todavía.
Primero tiene que llorar.
Se levantó y pateó la lata, ésta vez, ella pateó la lata y se fue con la cabeza baja a juntarse con sus amigas que la recibieron sin preguntar, con un abrazo.

martes, 21 de noviembre de 2006

Pago y me voy.

¿Cuándo comprenderás?
No te necesito.
Si algo tuvimos, fue porque creí.
Sin mí no hubieras sido ni recuerdo.
No importa que te lleves lo soñado.
Si vive en cada rincón de mi casa
Y tu sombra invade madrugadas.
Te dejo las palabras.
Las dejo en tu conciencia.
“No me lastimes” fue lo primero que pedí.
Ni eso cumpliste.
Seguí engañando, engañándote.
No supe amar como aman los perros.
Amor incondicional, pedís
Y ni siquiera conocí tus sábanas
Fui una imbécil.
Buscabas una víctima
y allí estaba,
tan sola, tan triste
¿Cómo no ibas a enamorarte?

jueves, 16 de noviembre de 2006

Mi cansancio

No acierto a tu sonrisa. La víctima muda el disfraz, algo sin nombre se acerca.
No me ha sido presentado tu cansancio, no tuve la delicadeza de conocer tu hastío, sin embargo, cómo buscás el mío; con que elocuencia fingís realidades para encerrar mentiras.
Sin embargo, parecés seguro. Todas las sospechas llevan mi nombre y debo pedir permiso a todas las que he sido para seguir.
Cuando hacés algo que me conmueve hasta dejarme parada en el medio de la calle, lamentando no saber bailar, para enseñarle al mundo mi alegría, cambiás al otro día, sin aviso ni pronóstico que pueda ampararme y te alejás en un absurdo.
Tengo miedo a estallar, a veces me siento como una bomba de tiempo, después vuelve tu mirada y todo parece estar en su lugar, pero no.
Algo sin nombre se acerca. Eso que conozco, que no sé ocultar.

lunes, 13 de noviembre de 2006

Compañera

Olga Orozco me acompaña. Llevo sus palabras dentro del libro y es como caminar junto a una amiga. La soledad no puede rozarnos mientras tengamos libros que nos esperan para viajar con ellos. Hoy subimos juntas al vagón del subte. Hoy se sentó conmigo y, casi con mi voz, me dijo:


"Era alguien con quien intercambiábamos palabras como talismanes, nombres capaces de fundar infiernos y paraísos, frases vertiginosas arrancadas del fondo de fiebres y de abismos, alguien con quien a veces nos internamos en la eternidad y cuya sola sombra yo no podía rozar sin un estremecimiento. Después vi copiadas las mismas frases, aun las mías, intensas, tiernas, desesperadas, en cartas enviadas a otras mujeres, y sus cartas se vaciaron, fueron para mí como las de Anonalino: nadie había escrito nada. Babas."


Al bajar, en Estación Belgrano, cerré el libro, ella seguía a mi lado. Casi pude sentir su mano sobre mi hombro y sus ojos verdes iluminaron mi mirada. No, no había lágrimas, una extraña alianza; la convicción de sentir que compartimos algo más que palabras.

viernes, 3 de noviembre de 2006

Dibujos

En los labios pinta lunas.
Busca palabras para crecer.
Descubre claves rojas.
Funda libertades,
encadena temores,
y ríe con la simpleza del pan.
En las miradas, pinta soles.
desconfiada por instinto
ilumina al confiar.
Regala sueños
Abandona traiciones
En algún laberinto, su cuerpo
entrega un sabor que perdura
Sabiamente ignorante,
partidaria de inteligencias ajenas,
anda suelta por la vida.
Dibuja olvidos
para pintar memorias.

lunes, 30 de octubre de 2006

Fantasma

¿Qué es un fantasma?, me preguntó y sin dejarme responder, continuó: Un evento terrible condenado a suceder una y otra vez. Un instante de dolor quizá. Algo muerto, que parece por momentos vivo aun. Un sentimiento suspendido en el tiempo, como una fotografía borrosa, como un insecto atrapado en ámbar. Un fantasma, eso soy yo.

Cuando mi amigo, apagó el cigarrillo yo me apuré de decir, con el diccionario abierto sobre el viejo escritorio:

Mirá los que dicen los que dicen saber: “Fantasma: visión imaginaria. Espectro. Espantajo” y, antes que pudiera responder, continué: tal vez sólo lleguemos a eso, a ser visiones imaginarias en un mundo cada vez más ausente de imaginación. Condenados sin juicio. Crucificados sin cruz. Caminantes sin camino. Pero algo muerto, NO, todavía algo muerto, NO. Espero que nos falten estrellas que mirar, horizontes que alcanzar. Palabras que nos alumbren, miradas en las que podamos creer. Espero que estas ausencias que cargamos no roben nuestra luz, no se lleven nuestras ganas. Espero que todavía esperemos ese algo que no tiene nombre y nos transforme en mucho más que fotografías borrosas.

Para Ustedes ¿Qué es un fantasma?

lunes, 23 de octubre de 2006

Empecinadas

Cuando vienen, no las espero. Me hacen preguntas, insisten con el ¿por qué?
Están indignadas. No se llevan bien con lo opaco, no saben perdonar mentiras absurdas. No las enternece el dolor encubierto. Ni los saludos desde un mar que le negaron.
No quiero que se queden, pero giran dentro de mi cabeza. Me despiertan en plena noche, insisten con perfumes del pasado y risas iluminadas con luz de vela.
Regresan sin que las regrese. Esperan respuestas que ignoro. Quizá sean la salida de mi laberinto. Quizá buscan razón en lo vivido. Pero no alcanza, les digo, no alcanza lo que he sido, tampoco el hilo. No alcanza y no existe salida a tanta confusión.
Ellas vienen siempre acompañadas con dolor. Me duele cada mirada, cada paso, cada aclaración. Me duele regar las plantas. Mirar hacia la esquina. Me duelen los pasos perdidos, mi sombra solitaria, mi risa clausurada.
Vienen empecinadas, enfurecidas, buscan respuestas que no puedo dar y me dejan sin fuerza, se llevan mis ganas, mi equilibrio, mi cautela.
Entonces me encierro, se aburren, se sienten incómodas entre los restos de la que fui desparramados por la casa, barriendo rincones, podando fracasos, quemando promesas.
Las veo irse una por una. No dejan rastros pero juran regresar.
Quizá algún día pueda hilvanarlas, lograr que abandonen su odio acomodándolas en oraciones, intentando hacer con ellas algún poema.

martes, 17 de octubre de 2006

Olga Orozco

El 15 agosto de 1999 murió Olga Orozco.
Estaba con furia y no dejaba de apretar los puños. Fue la poeta del obstáculo, del desencanto, de la terrible belleza. En ella la esperanza era eso que se nos escapa al cerrar la mano, nunca aquello a lo que se llega.
Me enseñó que mi pena es única, indeleble y que tiñe de imposible cuanto miro.
Las diosas nos dejan para ser inmortales y volver a encender, en un día cualquiera, el polvo y los escombros.


Lo que fue, lo que no ha sido.

Hay en lo más secreto de ti, sin que a veces lo sepas,
un desván en tinieblas donde sólo se cruzan las lluvias y los vientos,
donde un vaho letárgico empaña los espejos de los días
y duermen en los rincones los ropajes de lo nunca alcanzado y lo perdido.
Pero no es un lugar donde puedas entrar
como si te asomaras a un refugio de arena que un soplo desmorona,
porque no es un depósito violado por las rapiñas del olvido,
ni un sueño de la muerte,
Si no sólo el letargo de la llaga y del hambre agazapados.
A veces basta un soplo,
precisamente un soplo que vuelve con un rumor, con un perfume,
o que anuncia el desvelo de la hierba en un jardín remoto,
y de repente se sobresalta el tiempo, se despereza el mundo,
y todo ese sopor desaparece como un velo arrasado por una llamarada.
En cada imagen que guardó el deseo,
entre los cielos siempre inabordables y aquellos asombrosos paraísos cumplidos,
se multiplica en un instante el sol, se estremece la luz,
se astillan en tus ojos los colores.
Insoportables los destellos del oro, insufrible la sed de la distancia,
escasa la medida de tus pasos detrás del horizonte fugitivo.
No llegarás jamás.
No hay lugar para tu alma dentro de los secretos rincones que te habitan.
No alcanzará tu mano lo que fue;
tampoco lo que nunca ha sido.
Pero ¿acaso no son esas moradas imposibles tus verdaderas propiedades,
ganadas palmo a palmo para los territorios de los eternos bienes?
¿No son como la inmóvil, inalterable cara de una misma moneda
que lleva en el reverso el precio que pagaste:
la confusa, la incierta, la cambiante, la sorpresiva cifra del presente?

miércoles, 11 de octubre de 2006

Manos vacías.

Hay una hora que no respeta relojes y, así como podemos amar un imposible, intentamos morir en una canción.
Nuestra sombra nos espera, sentimos que tiembla pero igual encendemos la luz.
Hay una hora, la prefiero de madrugada, en la que damos todo. Sin preguntas nos entregamos.
¿Hay una hora qué nos ofrece ser diferentes o continuar como somos?
Cansada de dejar pasar horas. Aburrida de haberlas vivido, pregunto el porque de seguir si, el error es mi constante.
Si un ángel me habla, es probable que lo confunda con una cucaracha y lo destruya sin piedad contra alguna pared. También es admisible que fuera solo una cucaracha, por eso limpio, sin culpa, el muro y tiro sus restos a la basura.
Aburrida de mí, me alejo.
Al regresar encuentro la que escribe, la que lee, la que sigue buscando esa hora que cambie su vida; encuentro a la cazadora de sueños que me mira y, otra vez, me enseña sus manos vacías.

lunes, 9 de octubre de 2006

Cenizas

Llevo tus palabras en mi cartera. Una tempestad de reproches mezclados con cigarrillos, documentos, llaves y anteojos. Un ciclón de palabras obstinadas en lastimar y buscar mi llanto.
Llevo tus palabras en mi cartera para resistir mis lágrimas; usarlas como escudo ante los recuerdos.
Verificar en cada error, en cada acento, en cada pausa, tu confusión y mi cansancio.
Llevo tus palabras en mi cartera para incendiarlas esta noche, en mi balcón.
Que las abrase el fuego mientras bostezo mirando las estrellas y, en las cenizas, dispersar aquello que invoqué al amar.

jueves, 5 de octubre de 2006

Bendita risa.

Beatriz es mi amiga. La conozco hace años. Alguna vez fuimos compañeras de laburo. Cada tanto nos llamamos y nos ponemos al día.
Estuvo casada 14 años; siempre con el mismo. Se enamoró de él porque la hacía reír. Cuando paraba de reírse (o no, vaya uno a saber) tenían hijos. Tres. Tres monstruos; adorables pero, monstruos al fin.
Beatriz tenía una brisa a la otra Beatriz (La Salomón, de la Beatriz del Dante no tuvo, tiene ni tendrá idea), nunca faltaba el papafrita que decía que era idéntica y la tarambana se la creía. Salía disfrazada con jeans de leopardo, los pelos al viento y pintada como una puerta. Al marido parece que le gustaba andar con el clon de la otra por la calle y parecían estar bien juntos. Incluso con los monstruos y sus líos escolares, siempre estaban bien. Y claro, estaban como el tujes.
Hacía bastante tiempo que no hablaba con Beatriz. La otra tarde me invitó a su casa, a su nueva casa. Sí, me separé, me dijo. Después siguió con otros temas, pero me sonaron raro las pausas para tirar un carilina, limpiarse los mocos y agarrar otro. Voy ahora le dije y fui.
Beatriz ya no se parece a la Salomón, claro que ni la Salomón se parece a la Salomón. Beatriz está mejor, me atrevo a decir que su edad hace que su belleza sea más convincente.

- Catorce años al lado de un desconocido. Me dijo ni bien me pasó el primer mate. No pude evitar pensar en mi otra amiga, la que sostiene que siempre hay alguien que está peor.

- ¿En qué sentido un desconocido? Tenés tres hijos, conviviste con el hasta hace cuatro meses. Después te cuento lo que es estar al lado de un desconocido le respondí.

- Es puto. Me dijo bajito.

- ¿Puto? ¿Humberto es puto? Bueno… nombre de puto tiene, pero ¿se hizo puto ahora? ¿Cómo qué es maricón? ¡Con razón nos cagábamos tanto de risa con el. Viste que los putos tienen esa chispa… Cerré mi boca. Cuando pude escucharme (a veces lo logro) Cerré mi boca y le pasé el mate.

- Cuatro años mantuvo la relación con su amante. Tuvo que elegir y lo eligió al otro. Yo como una pelotuda sin darme cuenta de nada. Eran socios en el Estudio, incluso le presenté unas amigas para que saliéramos los cuatro. A vos no te dije nada porque sabía que estabas en pareja. (Dios existe, pensé, lo único que me hubiera faltado era salir con el amante del marido de mi amiga) A las chicas les pareció un tanto extraño, o ninguna se avivó o ninguna se animó a decirme lo que pensaban, cosa que dudo. Era el típico salame que les decía “Nos hablamos” y cuando le preguntaba a Humberto, me decía que no sabía nada pero que le parecía que estaba saliendo con otra. ¡Con otra! Te juro que lo cuento y me dan ganas de cortársela.
- Dejate de joder, a lo mejor le hacés un favor…

Nos miramos y la risa fue inevitable. La charla continuó, terminamos escuchando a Sabina, hablando del psicólogo que atiende a los monstruos, porque Beatriz no quiso ocultarles lo que pasaba y me parece bien. Además, no sabés lo fuerte que está el psicólogo, me dijo mientras descorchaba la primera botella de vino, antes de cenar.

martes, 3 de octubre de 2006

Apariencias.

No hay recetas. Es falso que los años traen sabiduría. Ni siquiera una herencia millonaria me trajeron los muy atorrantes.
Sé, eso sí lo sé, que no era éste el futuro que soñé hace veinte años. Confundí los caminos, me perdí y no quise buscar un guía, ni una Filcar (me confunden esos cruces con tantos nombres).
Confiaba en mí, todo es más simple cuando confiamos en nosotros. Dejé la simpleza, la corrí de mis días y comencé a confiar en otro. Desde chica esperé un amor maravilloso que movería todas mis estructuras y me haría volar sin necesidad de aviones. Y volé, sí, confieso que he volado, que la maravilla entró por la puerta de mi casa y sentí que era feliz. Una felicidad con luz de vela y madrugadas. Largas charlas perdiéndome en esos ojos tan esperados. Pude amar. Yo, que siempre permití que me amaran, amé por fin. Me entregué, confié. Me aleje de mi mundo para inventar otro bajando las persianas. Era un mundo donde gobernaban los sentimientos. Pasado perfecto, (pasado perfecto simple) puedo recordar que fue perfecto porque la acción del verbo ya acabó en el pasado y que fue simple porque no tuvo verbo auxiliar.
El auxilio lo necesité después, sin verbo ni pasado. Quería un presente, un nosotros. Cansada de fascinarme, quise saber, desdichado y seguro fin de toda aventura. No supe pedir, no sé hacerlo, me dediqué a esperar aquello que jamás entregarían.
No, no era éste mi futuro soñado pero es mi presente. He dejado de volar y, algunas palabras carecen de contenido si no encierran actos que las liberen, que las hagan creíbles.
Deberé reinventar mi mañana. Otra vez confiar en mi mirada, en mis instintos. Algo lejano regresa, creo que no tiene la forma de la felicidad, pero se parece y, como dijo Casciari hace algún tiempo, “llega un momento en el que no importa la realidad: sólo la apariencia tiene algún sentido”.

jueves, 28 de septiembre de 2006

No será fácil...

No será fácil olvidar como negábamos
el sol los sábados.
No será fácil caminar sin pensarte
ni pensar sin tenerte.
Recuperar las tardes.
No será fácil compartir un café con otro
caminar a su lado.
Olvidar que alguna vez te encontré.
No será fácil inventar una nueva clave
saber que otra te acompaña
aceptar tu lejanía
olvidar el nosotros.
No será fácil
pero me he despedido tantas veces
que creo poder comenzar a mirarme
que creo poder comenzar a responderme
porque necesité alejarme del mundo
para estar con vos.

lunes, 25 de septiembre de 2006

Alejandra Pizarnik

Alejandra Pizarnik, murió en Buenos Aires, el 25 de septiembre de 1972.
Criatura fascinada y fascinante, al decir de Enrique Molina, víctima y maga, ardía en la hoguera y, al mismo tiempo, con esa maldad de la poesía prendía fuego al mundo circundante, lo hacía arder con una fosforescencia tierna y sombría, que iluminaba su rostro de niña con una sonrisa de fantasma. Pocos seres tan plenos de fatalidad poética como Alejandra.
Les dejo un párrafo de una carta enviada a su amigo León Ostrov. No es un homenaje, es tan solo mi manera de sentirla viva, de saberla cerca porque los grandes no se van, toman distancia, se quedan con nosotros y siempre la encuentro y me encuentra cuando nos necesitamos. ¿Cómo no sentirla a mi lado cuando al abrir uno de sus libros me dice: “He desbaratado lo que no me dieron, que era todo lo que tenía."

“Simplemente no soy de este mundo. Yo habito con frenesí la luna. No tengo miedo de morir; tengo miedo de esta tierra ajena, agresiva. No puedo pensar en cosas concretas; no me interesan. Yo no sé hablar como todos. Mis palabras son extrañas y vienen de lejos, de donde no es, de los encuentros con nadie. ¿Qué haré cuando me sumerja en mis fantásticos sueños y no pueda ascender? Porque alguna vez va a tener que suceder. Me iré y no sabré volver. Es más, no sabré siquiera que hay un “saber volver”. No lo querré acaso.”

lunes, 18 de septiembre de 2006

Aquí estoy

Quisiera escribir algo que me libere. Escribir y que el dolor se mude a las palabras. Abandonar la tristeza, escribir algo que me interese. Quisiera llenar el vacío con algo que me limpie. Recuperar la risa, sospechar una meta.
Pero no. Nada me importa. Camino por la casa como una autómata. Guardo las gaseosas en la heladera. Me quedo mirando los platos que debo lavar. Los lavo. Los ordeno. Los guardo. Cierro los cajones. Cierro la puerta. Salgo al balcón, riego las plantas, juego con mi perro, hablo con mi hija. Hago las cosas como si otra las hiciera. Me tiro en la cama. Cuando sueño soy mejor. Mañana me espera la psiquiatra.

Hoy hablé y hablé. Ella me esperaba para escucharme. Hablé y hablé. Cada tanto me pasaba los Carilina. No me dijo nada nuevo, pero cuando una profesional lo dice suena más firme. Queda grabado. Me entregó una receta para ayudarme con mi enojo. Está bien tu enojo, me dijo. Está bien. Te va a costar, pero está bien que te sientas así. Te costará pero pasará.
No me siento mejor pero me siento. Caminé por Anchorena, me senté en un barcito a tomar un jugo. Después anduve por Callao, miré vidrieras en la calle Santa Fe.
Un hermoso día de sol, ésos que tanto detesto, hoy no me molestó. Me regalé flores. Y no, no sonreí cuando el florista me regaló dos rosas, además del ramo que compré, pero se las agradecí. ¿Por qué tan triste?, preguntó. Ando sin sonrisas. Contesté. Me regaló otra rosa y me dijo: antes que éstas rosas se sequen encontrará su sonrisa. Seguramente la olvidó en algún lugar equivocado, pero ella conoce el camino de regreso.
El viejo florista no tenía ningún título colgado, ni me recetó ningún ansiolítico pero para mí era un poeta y, cuando un poeta habla, cuando un loco de Buenos Aires, recibido de adoquines y doctorado en buena leche, nos regala una señal, también queda grabada.

Aquí estoy con mis fresias, mis rosas y mi receta, esperando a la que conoce el camino.

jueves, 14 de septiembre de 2006

Marié Rojas Tamayo

RECETA PARA UNA OCASIÓN IMPRESCINDIBLE

A veces es necesario
Hacer el amor sin tener motivos
Correr desnudo sobre la hierba
Danzar a la luz de la luna
Estar azul, muy azul
Apenas porque llueve.
Es imprescindible entonces
Andar a sembrar un árbol
Dar a luz un hijo
Querer morir y no tener valor para hacerlo
Saberse el abecedario de memoria
Desear ser mago
O invisible...
Es esencial, para que se complete la ocasión
Leer poesía hasta que ardan los ojos
Despreciar un día de sol afuera
Por quedarse bajo la almohada escuchando un tango melancólico
Rezar
Implorar
Tener fe
Aunque sabemos que no hay dioses ni demonios que nos escuchen.
Pero lo más importante,
Lo que no puede faltar para hacer el tiempo memorable:
Sí, señores, es necesario
Aunque sea sólo una vez
Saltar por la ventana
Y no caer,
Volar...

martes, 12 de septiembre de 2006

Eduardo Galeano

Ventana sobre el miedo

"El hambre desayuna miedo. El miedo al silencio aturde las calles. El miedo amenaza. Si usted ama, tendrá sida. Si fuma, tendrá cáncer. Si respira, tendrá contaminación. Si bebe, tendrá accidentes. Si come, tendrá colesterol. Si habla, tendrá desempleo. Si camina, tendrá violencia. Si piensa, tendrá angustia. Si duda, tendrá locura. Si siente, tendrá soledad. "

lunes, 11 de septiembre de 2006

Es así.

Es así. Confío hasta no poder más.
Entonces, espero. No un milagro, espero que vayan cayendo las mentiras.
La inconsistencia muestra la cara verdadera, ésa que no quise ver pero presentía, ésa que gritaba una parte de mi cuerpo, yo tapándome la boca, los oídos, cerrando los ojos.
Es así. Otras claves, con quien dijo despreciar. San Telmo, y otra sombra taconeando. Palabras. Palabras como piedras, como balas, como puñales.
Es así. No creo, aunque duela. Aunque me pierda por la ciudad y regrese llorando a casa. Y aburra y me aburra de ser.
No sé si pasará este dolor con faltas de ortografía y tiempos verbales equivocados.
Mi reloj acaba de romperse. No marcará ya tiempo regalado.
Alguna vez supuse que los años traerían sabiduría. No ha sido así. Demasiados errores. No se debe dejar el mundo del otro lado y aceptar migajas.
Es así. Cuando no hay regreso, cuando lo turbio se nos presenta e insistimos transformarlo en luz, la luz se apaga y lo turbio seguirá hasta el fin de los tiempos oscureciendo, opacando, castigando con cegueras justicieras..
Es así. Estoy herida.
El tiempo no encuentra finales perfectos, no los encuentra para mí, quizá otros tengan suerte. Quizá debiera definir la palabra suerte, pero no tengo ganas.
Es así. No me tengan lástima. Odio la piedad y los piadosos.
Me odio, es así.

jueves, 7 de septiembre de 2006

Chirusa

Hoy pensaba colgar mi tristeza en el placard.
Mientras venía para la oficina iba escribiendo mentalmente un post que, por supuesto, ya no recuerdo (o me compro un grabador chiquito o asumo mi Alzehimer).
Creo que lo que me decía era algo así como intentar levantarme con una sonrisa y salir a la calle deseándoles un buen día a los conocidos con lo cuales me cruzo. No con una sonrisa pelotuda, con una franca, transparente.
Creo que me decía que mi soledad no es tan aburrida y que cuando estoy conmigo, con mis cosas, con mi hija, con mi perro, con mis libros y mis plantas tan mal no la paso. Que siento el cariño de las personas desde el otro lado de la pantalla, personas con las cuales he compartido almuerzos, cenas, vinos, birras y mojitos, y las otras, las que no conozco, las que vienen de lejos y me regalan palabras, abrazos, ternura.
Personas que vislumbro al conocer sus Blogs. Personas que quiero.
Hoy, una de esas personas decide cerrar su puerta. No le gustan las despedidas y cuando se va lo hace sin explicaciones. La entiendo, la respeto. Claro que eso no implica que me duela un cacho el alma. Claro que eso hace que me quede un rato más con mi tristeza.
Te voy a extrañar, Chirusa.
Ya sabés, en el tablón me quedo esperando por si decidís volver.

lunes, 4 de septiembre de 2006

Sin memoria

Sé de voluntades que consiguen lo buscado; de ausencias que son victorias y las otras, las que incendian de tristeza las ganas.
Sé que somos reemplazables aunque llevemos algunos nombres dormidos en la piel y el mínimo roce pueda despertarlos.
En algún arrabal mi esperanza bosteza.
Sé que con extender la mano otra mano alumbrará una salida.
Sé, hacedor de imposibles, que debo pedir, pero no quiero hacerlo.
Sé que te confundí en otros y, si los amé, fue porque te buscaba.
Supe de memoria todos los ojos que pude amar, de lo que no fui capaz fue saber que podía quedarme sin memoria.

martes, 29 de agosto de 2006

Pregunta

Pero además de palabras, soy la escalera del subte, esa repetición de escalones matinales, y mis pasos por Avenida Belgrano. Soy la que se pregunta por qué no hay un puesto de flores que salga a mi encuentro para llegar con fresias, margaritas o jazmines a la oficina, para no tener que mirar el florero vacío sobre mi escritorio que pareciera preguntarme, además de palabras ¿qué sos?.

jueves, 24 de agosto de 2006

Olvidos

Una noche será nuestra.
Los días sucesivos, otras madrugadas.
Una hora nos encontrará.
La distancia más lejana descansará en mi risa.
Un mes con música nos pertenece.
Una estación, un clima.
Destinos con algo de magia.
De cuento.
Hay un país.
Bosque, curvas y elevaciones.
Hay un después.
Tantos olvidos.

viernes, 18 de agosto de 2006

Resignación

Las palabras que siguen las escribí en el año 1996.
Me releo. Kill en su Blog contesta a un mensaje mío con “Besos y resignación” por eso vuelvo a buscar mis palabras, éstas en las que casi aceptaba la resignación como una de las formas de la felicidad. Por un tiempo creí que no. Aposté a mi sueño, terminé con la resignación. Estaba segura que el amor era la mejor forma para alcanzar la felicidad sin sospechar siquiera que uno puede encontrar el amor pero no significa garantía de dicha alguna, sobre todo, como me alertó Alejandro Dolina, en el Barrio del Ángel Gris (el barrio de Flores, mi barrio) que es también el barrio del desencuentro .


Estar y estar tan lejos al mismo tiempo. Soportar los días repetidos y las noches hechas para dormir o descubrir programas en la T.V., añorar aquellas otras en las que dormir no existía en los diccionarios. Tampoco en los relojes, ni en el alma.
Escapar sin ningún movimiento. Saber que quise esta prisión, que opté por ella, que yo misma cerré la puerta y tiré la llave.
Y sin embargo, sin embargo llorar al escuchar un tango, un rock; al oír las voces del pasado repitiéndome frases que creía perdidas para siempre; recordarme hace tiempo, cerrar los ojos, querer huir, optar quedarme en el encierro.
Que soy libre lo sé. Lo que no entiendo es para qué lo soy, si hice conmigo aquello que anhelé pero no alcanza. Otra vez no alcanza.
Otra vez el hastío, la cama sin hacer los domingos, el sol que sale y yo bajando la persiana.
Dormir. Este no estar estando. Este gritar cerrando la boca. Este correr entre sueños para evitar hacerlo al despertar. Me rodean afectos, mis amados libros, mis pequeñas cosas que guardo en el cajón que ya no abro. No, no alcanza.
Pero tal vez, sí alcance y no pueda comprobarlo hasta perderlo.
Quizá el tema pase porque dejé de buscar; me siento resignada por haber encontrado aquello que fue mi objetivo en la época en que sabía lo que buscaba.
Resignada.
¿Será esta una forma de felicidad?
¿Alguien ha logrado una dicha continua?
¿Qué es la felicidad? ¿Trozos del pasado? ¿Momentos del presente? ¿Recuerdos del futuro?
¿Qué sos felicidad? Cuándo te encuentro me pareces idiota y cuándo te pierdo invoco los momentos en los que estuvimos juntas y te dejé partir por aburrida, por repetida, por ese perfume a flores viejas.
Vuelvo a no saber nada.
Regreso a este mundo pesado. Si no fuera por los chicos me costaría tanto abrir la puerta... tanto como en todos mis pasados.
Tal vez no se deba aprender las ganas, las risas, la necesidad de un cuerpo por la noche. Tal vez no se aprenden esas cosas y yo, tristemente, las aprendí y tarde descubro que no era este el camino, ni la puerta, ni el hogar.

jueves, 17 de agosto de 2006

No aprende...

Sabe, una por una las cosas que no debe hacer.
Pero repite errores.
No aprende. Tal vez no le esté permitido hacerlo. Tal vez, la equivocación es su forma de vida.
Desesperadamente busca el dolor. No le escapa a la risa, pero la alegría la abandona sin permiso y se convierte en otra que luego olvida y olvida el daño cometido. Olvida palabras, olvida gestos.
Es débil. Lo sabe. No se siente orgullosa de su debilidad pero, no aprende.
Recibe ayuda, escucha opiniones y hace lo contrario.
Si fuera mi amiga, no la comprendería.
Si fuera mi pareja, la dejaría.
Si fuera mi madre, no la perdonaría.
No se puede confiar en aquellos que no aprenden.

viernes, 11 de agosto de 2006

No pudo ser.

Primero doblé la alegría en dos partes, luego en tres, en cuatro. Casi no ocupa lugar en mi alma; la doblé para que no la encuentres. Después seguí con la esperanza; se limpió las rodillas, se subió las medias, se sentó en el umbral del porvenir, le hablé bajito, supo comprender. La paciencia está preparada; sabe del camino y las caídas.
Igual, alegría, esperanza y paciencia despedimos el nosotros; también tu voz, tus nombres, los años, las esperas, los amaneceres, la clave y las avenidas. Despedimos mi luz, el amor, el sentido, los engaños, la locura, las mariposas, los colibríes y, claro, también tu imagen despedimos, ésa imagen que descubrimos pero no pudo ser. No existe.

lunes, 7 de agosto de 2006

A veces.

A veces los años pasan, mejor dicho, pasamos por los años con un desgano que aturde. Nos enredamos en historias ausentes de color. No queremos que nos tomen en serio, pero hablamos seriamente. Creemos estar alerta pero solo estamos despistados. Desterramos las ganas; alejamos lo imposible por vocación a lo posible.
Pateamos miedos con tan mala puntería que nos hacemos un gol en contra. Nos cierran los caminos y descubrir túneles será nuestra nueva diversión.
A veces los sueños emigran, despertamos sin rencores porque un buen insulto siempre libera.
Entonces, lo mejor es tomar distancia, brindar por ausencias, comenzar otra vez. Saludar a nuestro pasado con una reverencia. Dar las gracias y romper los “nomesale” con una sonrisa.
A veces despertamos, le sacamos la lengua al dolor; hacemos pito catalán a la tristeza y descubrimos que nuestro ángel nos hace un guiño. Descubrimos que lo vivido fue un bosquejo, que aquellas lágrimas nos ayudaron a crecer; que la nostalgia marca un camino pero no debe marcar nuestra vida.
Amé, he sido amada; quise tanto que el alfabeto se quedó sin letras para contarlo.
A veces creo y me creen.
A veces, no siempre, hablo conmigo sin contradecirme.
A veces, no siempre, tengo razón.

jueves, 3 de agosto de 2006

Escribir.

Escribir sin corrector. Escribir lo que salga. Escupir las palabras en la pantalla para exorcizar engaños. Escribir porque estoy herida, porque la soledad pesa menos si escribo, porque la mentira se esconde en tantos nombres. Escribir con tristeza repetida. Pedirle a mis instintos que hablen. Que no importa si ellos creen que no los escucho, siempre escucho, aunque no me guste nada lo que digo. Y eso es lo que me tiene mal. No coincide una nota. Algo desafina. Es decir todo desafina. Griterío infernal, que no respeta horarios, ni lugares. Sin permiso los ojos se inundan. Sin avisar la tristeza se instala y pareciera venir con ganas de quedarse. Aunque la saco a patadas, ella entra sin golpear. Cierra las ganas. Desconfiar no era frecuente en mí. La desconfianza la dejaba ser parte de otros. Ahora no. Tristeza y desconfianza juntas, dentro de mí. Y las palabras que intentan calmarme y la calma no viene. Ganas de irme lejos. Ganas de dejarme olvidada en alguna estación desierta. Dejar de ser la que me llevó hasta allá. Perderla, como se pierden las llaves, como se pierde el amor.

martes, 1 de agosto de 2006

Despertares

Se durmió. Al despertar su mundo había cambiado. Nadie la esperaba del otro lado de la avenida. (Nadie nunca te ha esperado, le dijeron los extraños).
La llave que descubrió en su cartera no abría la puerta del lugar y ésa cama en la que despertó no era la misma en la que recordaba haberse dormido.
No tuvo miedo pero, con cautela, buscó un espejo. No se reconoció. Los ojos que la miraban no eran los ojos que alguien dijo amar tantas veces.
Se sentó en un sillón verde de terciopelo, miró de frente a las personas; quería saber que hacían ellos en ése lugar, que hacía ella con ellos.
Ninguno pudo responder. Ninguno recordaba nada de su pasado, sí del pasado de los otros. Ninguno se reconocía en los espejos.
- ¿Estamos muertos? Preguntó la mujer.
- Me parece que es peor, respondió un anciano.
- Nos han olvidado, dijo un hombre mientras corría la cortina que ocultaba un muro de ladrillos.

viernes, 28 de julio de 2006

Con letra de tango.

Engayolada en el aguante
de lo que espera y no existe,
se tapa con la sábana rajándole al ayer.
No encuentra método para el olvido
y se clava un Alplax para soñar.
Y dale que va con el vacío existencial,
los agujeros que deja la ausencia
no los arregla el Poxipol.
Elegida de tantas madrugadas,
mirá el precio que pagás.
Sí, ya sé, aquello valió la pena
es ésta pena que te acompaña
hasta cuando vas al baño
y se queda
aunque aprietes el botón.
Abanderada de las gilas,
nadie aplaude tu condición,
te relojean casi con lástima
y como golpea sospechar la razón.
Apagá esa vela.
Pegale un tiro a las promesas.
Regalá el equipaje a los que pasan
Hablá con otra voz.
Compraste el cuento del amor,
te vendieron un buzón.
No se aceptan reclamos,
decía en letra chica.
No se aceptan reclamos
si ya sabés: Magoya renunció.
Te afanaron la mirada, se cargaron con tu risa
y no nació el cana en el que puedas confiar.
Y aunque esos robos se garpan,
se llevaron hasta las ganas de abrazarte al rencor.

Escudate en la confianza,
todavía florecen todavías.
Bajate de este tren,
que el olvido marque los boletos.
Alguien siempre espera en el andén.

jueves, 27 de julio de 2006

Espero

Sentada en la mesa de un bar. Díaz Vélez y alguna calle que ignoro. Tan cerca y tan lejos de los dioses. ¿Por qué no puedo llegar a ellos?
Mesas de fórmica verde. Tres porteños típicos más allá, hablando de autos y precios. Tarareando tangos los de la mesa del fondo. Otro, más cerca, con la cara pegada al diario leyéndolo. Acá no hay sector para no fumadores. Acá todavía es ayer.
Y yo cargada de palabras, con la esperanza como si fuera una curita usada. Estoy tan lejos de los dioses pero los siento cerca. Casi les puedo dar la mano, pero no. No llego. ¿Renuncio a la ilusión?
A mí me deben haber desterrado. Nada de sé del Karma, algo conozco de castigos. Es un castigo caminar por Bs. As. en busca de una historia, una idea, una señal. Tengo que llegar a ellos con algo que no encuentro.
La tarde es hermosa. Hay sol, hay cielo azul, hay nostalgia de lo no vivido.
Espero la llave para abrir la puerta del poema. En algún tiempo que se escapó del tiempo, estoy esperando.

lunes, 24 de julio de 2006

Desencuentros

Los desencuentros tienen magia, dice él.
Los desencuentros esconden algo, pienso yo.
Un olvido. Un reloj que aconseja otra hora.
Una manifestación que nos demora, tal vez una caricia.
Los desencuentros, todavía, son una posibilidad, una razón, un perdón, un verso.
Casi todos le cantan al encuentro.
Nosotros jugamos con opuestos.

miércoles, 19 de julio de 2006

¡Feliz día, manga de tronados!!!


Estas palabras no son mías, las escribió Aída Bortnik y, ya sé, me adelanto un día en el festejo del Día del Amigo. Hoy me levanté adelantada, me hacen el favor de bancarme mientras les dedico estas palabras que no me pertenecen pero debieran haberme pertenecido o quizá a todos nos pertenecen porque, sospecho, pensamos parecido.


Los amigos

No pueden impedir que uno sufra, no pueden garantizar que uno sea feliz; no pueden reemplazar a la madre ni al padre, no pueden confundirse con el amante ni con el hijo; no evitan que uno cometa errores, ni aciertan siempre en celebrar a tiempo el verdadero triunfo sobre uno mismo; no impiden que el dolor duela, ni aseguran que el amor ame; no detienen el tiempo y sus deterioros; no apresuran el equilibrio ni sus armonías; no están siempre que hacen falta, ni se van cuando uno está preparado para la soledad; no colman todas las posibilidades de la sed, ni se privan de despertar otras nuevas.
Los amigos solamente hacen que el espejo nos devuelva la imagen de alguien capaz de ser amado por alguien a quien ama. Los amigos solamente hacen que la vida valga la pena de ser vivida.

lunes, 17 de julio de 2006

Palabras inútiles

No llegan a destino mis palabras.
Nacidas inútiles, opacas.
Buscan luz
Pero nacen ciegas.
Los colores le fueron negados.
Arrastran oscuridad.

Inservibles palabras:
¿Para qué provocar imposibles?
¿Para qué buscar lo que se niega?
Las invito a ser silencio.
En algún patio, olvidadas,
Inventen las estrellas.

miércoles, 12 de julio de 2006

Álvaro Mutis

Álvaro Mutis es un poeta y narrador colombiano que obtuvo el Premio Príncipe de Asturias de las Letras en 1997. Acá les dejo su maravillosa Canción del este. No estoy muy segura que no sospechemos la presencia del ángel. Me permito vislumbrar que aquellos que no fuimos nos dan flor de rebencazos en el lomo para avisarnos que debemos cambiar el rumbo. Quizá, todavía, la clave nos espera.


A la vuelta de la esquina
un ángel invisible espera;
una vaga niebla, un espectro desvaído
te dirá algunas palabras del pasado.
Como agua de acequia, el tiempo
cava en ti su arduo trabajo
de días y semanas,
de años sin nombre ni recuerdo.
A la vuelta de la esquina
te seguirá esperando vanamente
ése que no fuiste, ése que murió
de tanto ser tú mismo lo que eres.
Ni la más leve sospecha,
ni la más leve sombra
te indica lo que pudiera haber sido
ese encuentro. Y, sin embargo,
allí estaba la clave
de tu breve dicha sobre la tierra

lunes, 10 de julio de 2006

Errores

El nombre equivocado
salta como corcho de champagne,
como preso que logra huir
rompe silencios,
me besa la boca,
abraza mi sombra que no sabe de fechas.
Desviste horas pasadas,
me regala signos inocentes
y esquivo las trampas que nadie coloca.
El nombre errado se va como vino,
atropellando la noche.

miércoles, 5 de julio de 2006

Ellos.

Cuando estan juntos nada importa, la risa, sus risas, cruzan calles, saltan baldosas flojas, se cuelgan de balcones, viajan sin moverse del lugar.
Se pierden para encontrarse. Se extrañan para buscarse. Se necesitan pero no dicen nada.
Tal vez estén equivocados pero un sol mojado los acompaña cuando se visten de ausencia y se esconden detrás de las palabras.

lunes, 3 de julio de 2006

Días grises

Una no siempre sabe que sentir, entonces el gris de Buenos Aires se va mezclando con los sueños y los muda de lugar.
Cuando lo esperado no llega, lastima recordar.
Voy pateando preguntas y las dejo en las esquinas. Cierro mi puerta a las lágrimas, no tengo ganas de llorar y creo comprender que, en estos días grises, lo mejor es hacer borradores no sé bien si para dar la bienvenida o para decir adiós.

jueves, 29 de junio de 2006

Pájaros

Esos pájaros de jaula no se defienden en la libertad, se conforman con andamios; vuelan bajo y se parten la cabeza en la primer pared.
No saben cuanto clausuran con su partida.
Esos pájaros de los que fuimos dueños nos abandonan. Esos pequeños egoístas nos desprecian antes del fin.
Tampoco saben, y la culpa es nuestra, que son pájaros. Son pájaros pero no saben volar.

martes, 27 de junio de 2006

Regreso

Abandono el margen
ahora habito sobre puntos
puntos suspensivos
Sin luz de vela mis madrugadas
Sin esperas
Derribo un sueño
Cierro los caminos
Vuelvo a ser solitaria.

lunes, 26 de junio de 2006

Sigo con mi Gurú

Como ando con un ataque de vagancia para escribir, mi prima me envió algo más de mi Gurú. Mi prima siempre me levanta el ánimo de la manera menos pensada y encontró este texto que es de uno de los libros de la Acher. Ya sé que la mayoría de las que leen no tienen la edad de la señora que pide ayuda, pero todo llega, turraaaaas, así que a leer y a tomar nota. Después no digan que no les avisé. Sobre todo porque cuando a Uds. le llegue yo creo que estaré en el Barrio Privado de la Chacarita. (No, si yo cuando la tengo clara, mejor fuera tenerla turbia)
Gracias Claudia, ahora sí que me siento mejor. Buajjjjjjjjjjjjjjjjjjjjjjjjaajajajajajajajajajjaja.


LOLA... MENTO. Por Gabriela Acher.

PREGUNTA. Pronto voy a cumplir 50 años. Escucho la cifra y me da como un escalofrío. Cuando yo era chica, una mujer de 50 años era una anciana, pero, por suerte ahora ¡es peor!¡Ahora sos anciana a los 30! Entonces siento que tengo que oponer alguna resistencia antes que la fuerza de gravedad se apodere definitivamente de mi cuerpo y me hunda para siempre. Y no hablo de estar linda, ¿eh?... ¡No! ¡De estar sana! De ver, oír. Lo oftalmológico me está volviendo loca. La presbicia me corrigió la miopía pero no el astigmatismo. Los dientes se me mueven porque se reabsorbieron las raíces, me atacó la celulitis, la osteoporosis en los huesos, pelo me queda poco, y ando de médico en médico para parar todo lo que se me cae. Te diste cuenta, Gabriela, con los años todo se cae... Menos las encías que se levantan! Todas mis amigas me dicen que viva en el "aquí y ahora" pero yo en lo único que pienso es en el futuro. Negro. Hago dieta, gimnasia, tai chi y rezo. Decime la verdad, ¿vale la pena hacer tanto esfuerzo? Y si es así... ¿Para qué? Me gustaría unirme a algún grupo de Menopáusicas, pero no sé si existen, o sólo son un producto de mi imaginación. Gabriela, ¿Qué hacer? Yo sé que la Menopausia es sólo una etapa de la vida. Pero... decime la verdad ¿A esto se le puede llamar vida?

Firmado: Menopáusica Trastornada.


RESPUESTA. Querida Menopáusica: Tu desgarrador testimonio me llegó al corazón, y no te quiero mentir ni un poquito. Quiero decirte que sí, que a los 50 años, si hacés gimnasia, una dieta estricta, un retoque de cirugía aquí y allá, una constante visita a la peluquería, tenés un excelente dentista, una buena dermatóloga, un ginecólogo de confianza, un traumatólogo consciente, un oftalmólogo aggiornado, una buena profesora de yoga, tomás vitaminas, hacés caminatas y tenés el mejor analista podés estar bien. Pero quedás muerta. Estás fenómena pero te lleva todo el tiempo de tu vida. Si verdaderamente te lo proponés y tenés una voluntad de hierro, podés alargar tu vida. Lo que no sé si te van a quedar son ganas de vivir. Pero no tenemos que dejar que eso nos detenga. ¡Por supuesto que es importante hacer el esfuerzo! ¿Para qué? ¡PARA EMPEORAR MEJOR!!!
Y yo creo que hay algo muy importante para destacar de esta etapa de la vida que nadie reconoce lo suficiente y es que, a los 50, ya no estamos solas. ¡Estamos rodeadas de profesionales! Tenemos tantos médicos de cabecera que vamos a tener que agrandar la cama.
Le pregunté a mi amiga Liliana, porque sé que ella había pensado en formar Grupos de Menopáusicas, y me informó acerca de éstos que parecen muy recomendables. Uno de ellos es el UM: Ultra Menopáusicas. Son mujeres muy orgullosas y exhiben sus síntomas. No se abanican los calores. Exigen que les abran las ventanas y si no las rompen a sillazos. Cuando lloran toman vino tinto y cantan el tango: "Uno" "Si yo tuviera menstruación... La misma que perdí... Si yo pudiera como ayer... Ovular y presentir... Es posible que a tus ojos que me miran sin cariño los cerrara con desprecio..." etc., etc. No controlan sus emociones. Se pelean con los colectiveros, les pegan a los maridos... son la Vanguardia Menopáusica . Luego está MOMO, que es la sigla por Menopáusicas Optimistas. MO-MO. (Lo dicen dos veces para creérselo). Es un grupo brasileño y se constituyeron como "escola do samba". En el último carnaval cantaban: "Menopausia maravillosa, llena de encantos mil,... Calores de minho corpo, Corazón de meu Brasil..." También está MAMA, que es la sigla de Menopáusicas Amnésicas: MA-MA. (Lo dicen dos veces para acordarse). El único problema con este grupo es que no pueden reunirse nunca, porque se olvidan la fecha, el lugar, los objetivos y las tareas. Y, por último, está el REMA que es un Remolque para Menopáusicas Apáticas. Si te quedás estancada en algún lugar, te vienen a buscar y te remolcan hasta tu casa.
Querida amiga, el temor que le tenemos a la palabra Menopausia es absolutamente injustificado, ya que -al tener plena conciencia de lo que nos espera- podemos pasar instantáneamente a un estado de gracia. Nos volvemos Zen. No sólo vamos a vivir en el "aquí y ahora", sino más bien en el "AHORA O NUNCA".

miércoles, 21 de junio de 2006

Mi Gurú.


Yo tengo una Gurú. Sí, una Gurú. Seguro que muchas la conocen, se llama Gabriela Acher, resulta que cuando pareciera que ya no doy más, doy un cacho más y llego hasta mi biblioteca, la busco y ella siempre está sonriente, como esperándome, como diciéndome: “Vení boluda, releé de nuevo, yo sé que sabés que te lo dije pero no te preocupes, para eso pagaste el libro, para que espere o para volverlo a leer. Dale, ponete la remera de algodón, las pantuflas y vamos a reírnos juntas de lo que te pasa. Toda la vida me tuve que debatir entre el miedo o el pánico, porque estar con otros me daba miedo pero estar sola me daba pánico... hasta que leí en un libro que se podía exorcizar el miedo a través del humor, ya que el humor tiene la capacidad de cambiarnos el color de la lente con la que estamos observando la vida. ¿Y sabés que es verdad? ¿Sabés que yo ahora tengo a alguien dentro de mí que se caga de risa de mis desgracias?” Una cosa es cierta, tiene razón la turra.

Y bueno, acá dejo algunos párrafos de sus libros, en breve traigo más:

Si a los 20 años creer que uno puede cambiar a otro es de una inocencia aceptable, a los 40 es de una estupidez imperdonable. (Y pisando los 50 una pelotudez condenable)

Tuve un príncipe azul que me destiño al primer lavado, otro que se convirtió en sapo y otro que me protegió de todo, menos de sí mismo.

La persona que amamos no es otra cosa que un espejo de la opinión que tenemos de nosotros mismos. Cuanto más fuerte es la atracción, más cercano el espejo. Aquello que sentimos que merecemos (aunque no lo sepamos) es lo que determina cómo será el objeto de nuestro amor. Y cuando el otro no sea el adecuado, debemos preguntarnos qué desarmonía interior está reflejando.

Estábamos haciendo un seminario sobre comunicación que duró varios días, con especialistas que venían del extranjero. Todas participaron activa y apasionadamente y la conclusión final fue que nuestro problema de incomunicación es que nos comunicamos demasiado. Pero a los varones les llamaba poderosamente la atención el hecho de que las mujeres entráramos en conversación tan fácilmente. Y me di cuenta de algo que ellos no saben y nosotras nunca les diremos... y es que esto sucede porque las mujeres tenemos un tema preferido para romper el hielo, y son ellos. ¡Los hombres!
El monotema femenino por excelencia, la fuente infinita de nuestras preocupaciones y reclamos. ¡Los hombres!!!
Qué aburridos que son... cómo nunca nos escuchan... cómo no nos tienen en cuenta... cómo se fueron a la mierda... ¡cómo hacer para que vuelvan!!!

...Todas coincidían en que lo peor era el fin de semana. Una confesó que se metía en la bañadera el viernes a la noche, y salía el lunes a la mañana para ir a trabajar.
Otra confesó que no tiene bañera, pero pasa por el bidet los sábados y domingos. Tiene fantasías eróticas cosmopolitas: el chorro de agua fría es un vikingo; agua caliente un caribeño; agua tibia su ex marido; canilla cerrada su presente.

Yo siempre sufro, cuando estoy bien y cuando estoy mal. Es más, me parece que cuando estoy mal estoy mejor. Porque entonces sé que no puedo estar peor... ¿Entendés?

¿Cuánto tiempo pasa entre el momento en que pensás que su exmujer era una idiota hasta que descubrís que la idiota sos vos?

Es atento, es amable, es serio y tiene buenas intenciones. Es un tipo simple... ¿eh?... No tiene complicaciones. Todo le viene bien, nunca se enrolla, ni discute. Pero no lo hace para seducirme... ¡no! ¡Él es así! Es calmo, es apacible, es sereno... es... un plomazo! Me aburre, me aburre soberanamente. Este hombre es muy bueno pero es menos sexy que una aguaviva. No puedo, no puedo... hice el esfuerzo pero... ¡Yo necesito otra cosa!!! ¡Le falta el brillo de psicópata!!!

Cuando yo era chica, una mujer a los 50 años era una anciana, pero por suerte ahora es peor. ¡Ahora sos anciana a los 30!!!

No sé ustedes, pero yo, cuando un hombre me gusta, me convierto en una ameba. Pierdo todo el sentido de la autoestima. Todo me sube, la ansiedad, la adrenalina, menos la autoestima, que me baja. A medida que me va interesando, él crece y yo me achico.

Y cuando no nos animamos a dejar aquello que ya sabemos es falso, no estamos dejando espacio para que aparezca lo verdadero.


Bueno, por ahora dejo estos comprimidos, pueden ser tomados en ayunas o después de algún fracaso.

lunes, 19 de junio de 2006

Palabras de otra

Cuando la bronca, la tristeza, la impotencia no me dejan razonar, busco en mi biblioteca. Regreso a Silvina Garré y su libro "Pena privada", vuelvo y sus páginas me regalan casi lo que pienso pero me duele escribir:

Mantenete a distancia
que yo me mantengo alerta.

Mantenete tan lejos
que no pueda
ni adivinar, ni suponer, ni intuir
lo que te está pasando.

Mantenete a distancia
que yo me mantengo a salvo.

miércoles, 14 de junio de 2006

Inventario.

Cuando las respuestas no llegan. Cuando después de tener una pila de años asomamos la cabeza al mundo y nos dan un chancletazo, toda la pila de años tambalea. Tambalean también todas nuestras enseñanzas, todo lo aprendido. Cuándo nos preguntan ¿Qué te pasa? y respondemos: “Lo mejor es que no hubiera pasado” Y te quedás pensando, lo mejor es que no hubiera pasado. No sirve el pasado, me digo. No sirve si después de tanto tiempo, de tanta vida, de tantos años, nos sentimos como adolescentes sin rumbo. Temerosos de salir a buscar porque tenemos la certeza que nada encontraremos o, lo más triste, un próximo error. Lo más patético: no somos adolescentes. El espejo nos muestra cambiados y por más que la incertidumbre sea la misma, nosotros envejecimos.
No supe hacer una fortuna. No soy una empresaria talentosa. Ni siquiera una actriz de cuarta soy. No tengo nadie que me mantenga ni espero recibir una herencia o cobrar un juicio millonario. Vivo al día. Con todo lo que implica vivir al día. Tengo un departamento que casi no puedo pagar. No me pude comprar el escritorio. Todavía no tengo cortinas y no pinté sus paredes con los colores que quiero. Tengo un laburo que es el que me permite vivir al día. Tengo una hija, un perro y algunas plantas que me son fieles y llenan de flores mi balcón cuando se les canta, para ellas la primavera existe si tienen ganas, sino, son capaces de florecer en invierno. Tengo una biblioteca que me salva de la soledad. Algunas amigas que aparecen cuando las necesito. Música sin tiempo, o con el mío, que no es lo mismo pero es igual.
Tengo soledades de domingo para rifar y demasiada melancolía.
Tengo la que quise ser y no seré. Tengo terror a los años que vienen.
Igual, no se preocupen, hoy comienzo con el psicólogo.
Escribo esto para recordarme después.
Por más miedo que tenga, no me voy a paralizar. Por más signos de pregunta que estallen en mi cabeza, voy a mejorar. Es inaguantable tener causas fundadas para no creer en los milagros.

lunes, 12 de junio de 2006

Despedidas

Las despedidas no se escriben, las despedidas nos escriben en la piel. Nos marcan.
Vienen los recuerdos, nos muestran que casi lo tuvimos todo, la confianza, la risa, la necesidad de los encuentros, las ganas, las ganas de entregarnos para siempre a esos ojos, de permitirnos creer en esa voz. Casi, porque siempre falta algún detalle fundamental y nos despertamos.
Otra vez el amor no se acomoda, otra vez nos reconocemos aferrados a un error. Y nos soltamos. Claro que soltamos también la esperanza, claro que desaparece de nuestro horizonte la fe.
Solos. Palíndromo de los más simples. Palabra que leída al revés es igual. Del derecho y del revés uno solo es lo que es y anda siempre con lo puesto, supo cantar el Catalán.
La soledad abre su puerta a mi mañana. No era este mi futuro. En alguna esquina debí perder el que me correspondía. Algún café pudo ser cómplice del robo. Robado, perdido, nada cambia. He sido la arquitecta de mi fracaso, ahora comprendo porque detesto la palabra proyectos. Claro que quisiera comprender otras cosas pero clausuro la búsqueda, suspendo la espera, termino el juego. Me esperan las calles vacías sin su abrazo y esa otra en la que me convertiré sin mi permiso. Pero debo seguir, es difícil cuando no se sabe donde ir. Anochece en la tarde y en mí. Hace frío, tengo miedo. Buscaré refugio en el olvido.

jueves, 8 de junio de 2006

Vieja receta.

El viejo le dice al joven Séneca: no mires atrás, se volverá arena. Te convertirás en sal. Jamás voltees a ver lo que cruza tu espalda, lo que arrastra tu sombra, lo que borran tus huellas.

La derribará el silencio perforándole los huesos. No más miradas cómplices, ni sonrisas. Veintisiete siglos después unos pasos, sin girar sobre si mismos, desaparecen tras un portazo. Jamás vuelvas sobre el mismo camino ni sobre la misma piel, murmura una mujer.

No des vuelta la cabeza, insiste el viejo, todo se volverá arena, se convertirá en sal y quedarán tus ojos sombríos. Jamás volverás a ver el pasado con los ojos perdidos del ayer.

Pero lo que sucede, señor, responde el joven Séneca, es que no se tienen los mismos ojos para mirar el ayer. Aquello que dejamos fuera de nuestra vista, pronto estará fuera de nuestra memoria.

Si alguno busca el olvido, quizá sean estas palabras la fórmula de una vieja y certera receta.

lunes, 5 de junio de 2006

Susana Villalba

Acabo de recibir en mi correo el cuento que publico más abajo; se llama “La muerte de Evita” y está escrito por Susana Villalba. No sabía que existiera esta escritora, busqué sus datos en Google y esto es lo que dice, (dice más, pero pego esto para que tengan una idea):

Susana Ada Villalba es integrante del Consejo de redacción de la revista Último Reino, dictó talleres literarios en la Universidad de Letras de la U.B.A. y talleres de cine y literatura. Cursó la carrera de dramaturgia y distintos seminarios de cine. Dirigió la Casa Nacional de la Poesía y los Festivales Internacionales de Poesía del Gobierno de la Ciudad y de la Secretaría de Cultura de la Nación.

Libros publicados: Oficiante de Sombras, 1982; Clínica de muñecas, 1986; Susy, secretos del corazón, 1989; Matar un animal, 1995 en Venezuela, 1997 en Argentina; Caminatas, 2000; Plegarias, New York, 2002.

Me atrapó su forma de escribir. La comparto con Uds., después, si tienen ganas, me cuentan que les parece.

La muerte de Evita

Llovió como si nunca fuera a terminar. Y nunca terminó. Toda la tarde llovió como si fuera de pronto otro lugar. El pueblo seguía la táctica del agua una vez más. Una vez más la gente se parecía al cielo y el cielo nunca. Nunca estuvo más lejos que esa noche.

Madre de dios, nuestra difunta, levante los jirones de nuestro corazón. Al agua del sueño, jirones de alma, de nuestro cuerpo llevanos vos que no tenemos dónde llevarte.
Tu cuerpo se esfuma como una voz. Como la seda cruje un paso en la sombra, un eco de jinetes negros. Escóndanos en los pliegues de su muerte, de su pollera, en el vacío Pampa guarde nos como un viento que se detuvo para siempre en su bolsillo. Descanse, que el mundo no existe más.

Sigue lloviendo y es la misma plaza, el subte con asientos de madera, mamá no podía llegar, corría, no me encuentra, yo no la encuentro, como un perro que no alcanza su cola, no alcanza su tiempo.

No había nacido yo pero ella estaba ahí, bombardeaban la plaza, esta misma, damos vueltas, mamá corría a una playa de estacionamiento y perdía un hijo, no era yo, yo no la encontraba, todavía no la encuentro, ella no me reconoce porque todos corren, la empujan, sube a un tranvía hacia cualquier parte, dice que es mentira, algo estalla bajo la lluvia.

No escuche abanderada, venga a nos, a llevarnos a su país en blanco y negro.

Mamá da vueltas, doy vueltas, vamos al cine, ella se viste como Zully Moreno, la ciudad está sembrada de nomeolvides.

No nos olvide ilustre enferma, somos un cuerpo que se corrompe bajo la lluvia, vidrio, un día embalsamado.

Miramos fotos. Papá no aparece. No está. Un auto zumba en la noche. Llovió durante quince días. Estoy acá, no me ves pero estoy, corriendo en la misma plaza. Camino por las mismas veredas, como vos del trabajo voy a casa y en casa también llueve, todo huele a humedad, a asfixia. La niebla está adentro, en todo el barrio, se ven pocos negocios abiertos, poca gente en la calle. Cae la noche como si fuera consecuencia de la lluvia, como si fuera la lluvia lo único que queda. La gente forma fila durante días para irse con ella, adonde sea, adonde vaya.

No desate los nudos santa que ya no va a parar. No para nunca esta caída.

Mamá escucha radio. Papá no escucha. Yo todavía no existo. Somos los Pérez García. En el patio llueve. El reloj se detuvo. No los encuentro, son de otro mundo. Hay una marcha de antorchas, de lágrimas, de lluvia, estampitas, carteles, está en todas partes. Está en la radio pero no se la ve.

Santa de los anillos, virgen de las capelinas haga su magia, háganos aparecer. Que aparezca la casa, los azahares, luciérnagas, el tren. Diga una sola palabra que detenga la lluvia.

Mamá con un vestido de flores, una plaza, un sol con pinturita naranja. No es que creíamos, estábamos ahí. Damos vueltas en la bruma, en la tregua de una fina llovizna. Incluso la tristeza que aparezca si es común, como cualquiera que está triste una tarde. Y otra no. Que aparezca la muerte si parece de una vida, si toca. Lo que sea en proporción al tamaño de un hombre, del árbol, de una casa. A no ser que sea lo humano nada más que una estrategia de dios para la tierra perdida de su mano y atada a su correa, una doctrina de la espera de algo más que agua que cae, que da vueltas y vueltas sobre sí, como los perros, los relojes, las monedas.

Mamá escucha la lotería, papá mira la lluvia, miraba. Yo miro fotos, todos hablan, nadie dice nada. Mi hermana escucha música, mamá la busca en un tren, corre, siempre está corriendo. Yo no puedo nacer todavía porque bombardean la plaza, después porque ella corre por unos vagones. Al final nacía. Después todos mirábamos televisión.

Dicen cuando no llueve que aparece en su mulánima, a las orillas de los ríos, arrastrando una estola embarrada, que por la noche frotan lavanderas fantasmas, dejan sus tules al rocío. Que cabalga cabizbaja como buscando un prendedor, que también buscan los peces en las piedras del fondo, dicen que el caracol de agua dulce reproduce aquel clamor.

Reina de la plaza, de los vestidos, protectora de todo lo que se escucha pero no se ve, venga a nos el tu reino.

Bien mirada es una plaza de colonia, la fuente, el cabildo, la catedral, la estatua, la municipalidad, el Banco, la palmera, los puestos de chori, de llaveros, medallitas, las palomas, la gente que da vueltas. El otoño se instala como bruma, como un remanente cuando aclara, eterno día después. Recogen los papeles de una fiesta de domingo, los vasos descartables, las botellas.

No nos dejes caer de la tentación, del deseo, del sol, madre de dios, decí que somos también una de las razones de la vida. Decí por nosotros con esa voz de altoparlante pueblerino y en la hora de la muerte con esa voz de ruido de lluvia de la radio.

Mi hermano va a la canchita del Club de Cazadores. Lo espero en el olor a cuero y a penumbra del salón, a lavandina y a cenizas. Una foto detrás de los trofeos de billar, con una escarapela. La seño, la primera, llevan su camafeo apretado en el puño a ver si pasa. A ver si rasga la tela de los muertos y aparece en miríada. Miro cada relámpago a ver cuál es de fuego.

Acaso exista el mal, rezó la multitud bajo una lluvia que apagaba las velas, un tumor inconmovible, inexorable como bruma que se expande, se instala entre los huesos, en la sangre.

Virgen salitrera, guardiana de los perros y los barcos hundidos por su peso, cayeron todas las hojas del otoño, el invierno empieza porque te vas, la música fría del silencio. Silencio capitana, las palabras ya no quieren decir lo mismo.

El guión terminaba. Después yo nacía. Mamá decía que era mentira. Papá compraba un auto. Mi hermana manejaba. Yo me escondía por ellos, en el patio, cuando no llovía me encerraba afuera. Después se fueron todos. No, me fui yo. Después estaba ahí. En alguna parte. Relampaguea sobre la autopista. Llovió durante todo el día y sigue lloviendo. Se perdió la cosecha. No hay otra cosa que perder. No hay otra cosa que hacer que no trabajar. No pasan trenes. Los bares cerraron temprano. Una hilera de luces se borronea hacia el final de la calle.

Generala del viento, de nada, de las gomas que queman en la ruta, levante su ejército de trapos mojados y de agua, lleve la tempestad hasta el registro de su voz. La voz es lo primero que se olvida.

miércoles, 31 de mayo de 2006

Buenos días...

¿Saben qué? Me harté de la melancolía. Hoy tengo un día absolutamente escéptico. No, tampoco es un día escéptico. Hoy tengo un buen día.
No me pasó nada digno de ser recordado, salvo que casi me agarro de los pelos con una señorita que trabaja en Personal, sí esos que venden telefonitos y cuando querés cambiar a otra compañía te hacen ir cuatrocientas veces para desbloquearlo. Ni siquiera discutí por un celular mío. Es un trámite solicitado por mi señor jefe. Bueh! No importa. Lo que sí me importa es que la melancolía me sienta bien un rato pero ya me pasé de rosca. Y debo tener una balanza dentro de mí. Algo debo tener porque así, sin que nada extraordinario suceda, me siento bien. Sin tomar Hepatalgina, me siento bien.
¿Por qué cuándo termino de escribir estas palabras, tiemblo pensando en un futuro desastre??? ¿Me estaré identificando con Felipe??? ¿Deberé sacar el Todo Mafalda del baño y cambiarlo por el Ulyses de Joyce??? Después de todo, ya me avisó Galeano cuando dijo: ya que no podemos ser profundos, seamos complicados.

lunes, 29 de mayo de 2006

QUEDATE

Dejame apoyar la cabeza
en tu hombro
Guardar la risa
Tirar el miedo
Quedate amor
aunque él se vaya.

viernes, 26 de mayo de 2006

Silvina Garré

Allá por 1993, Silvina Garré publicó un libro de poemas que llamó “Pena Privada”, ayer buscando en mi biblioteca otro libro, ella apareció como si nada y, como si nada dejo sus palabras que se quedan para hacernos compañía.

Pareciera
que soy la única que no puede
y la única que no sabe.

Pareciera
que el único que no puede
es el que puede decirlo.

Pareciera
que todo lo confundo
que pierdo la memoria
que pierdo el equilibrio
que pierdo la conciencia.

Pareciera
que quiere amanecer.

miércoles, 24 de mayo de 2006

Deseos de ficción

Estoy tan puntualmente podrida; tan antipáticamente cansada; tan poderosamente enojada; tan solidariamente cretina; tan rematadamente triste; tan fatalmente solitaria que tengo ganas de ser un personaje de ficción y que el autor de mis días, arranque las hojas, las rompa y las tire al tacho de basura.

jueves, 18 de mayo de 2006

AFORISMOS A MÍ...


El aforismo es una flecha. Parte de mi boca y se clava en tu ojo. (Ernesto E. Etchenique)

Un amigo me dijo (la Romu sabe quien es y ya me había advertido sobre ese tipo) que mi Blog pudiera o pudiese hacer juego con otro de un flaco cuyo nombre no recuerdo que escribe aforismos.
Soy de respuestas lentas, pero me quedó picando una duda (sí, a mí las dudas me pican, me sacan ronchas ¿y qué?)
¿Por qué me molestó la comparación? ¿Por qué cuando se dice “Aforismos” voy automáticamente a Narovsky y salto el genio de Antonio Porchia???
Porque sos zurda, respondí, los zurdos para llegar a “B”, primero tenemos que pasar por “Z” y, recorriendo el abecedario mientras me rascaba, lo fui a buscar al único, al inimitable, el gran Ernesto E. Etchenique, una creación del Negro Fontanarosa, un maestro, si los hay.

Que se diviertan.


Señalé el futuro y miraste mi dedo.

Dios está en todas partes. Aburre un poco.

Dijo el apóstol crucificado: lo importante es que te pasen cosas.

Me recordaste a las mujeres más hermosas. Y me fui con ellas.

Eres mi luna. Giras y giras a mi alrededor como una imbécil.

Cuando alcancé la sabiduría, ella me miró y me dijo: ya me alcanza cualquiera.

La rosa tiene espinas, pero... ¿Tiene pétalos el atún?

Por muy alta que sea una montaña, no sobrepasa su propia cúspide.

Dios aprieta pero no ahorca ni cae en el sadismo.

No basta la buena voluntad si intentas apagar el fuego con gasolina.

Donde pasé, dejé mi huella. Después, pavimentaron.

Desdichado quien encuentra una muerte horrible, pero... ¿no pensamos en quien la ha perdido?

Se aprende más en la derrota que en la victoria, pero... ¡Prefiero esa ignorancia!

Reconoce tu idiotez y serás un idiota lúcido.

El hombre sabio es pobre en apariencia, pues su tesoro está en Suiza.

Para el sabio no existe la riqueza. Para el virtuoso no existe el poder. Y para el poderoso no existen ni el sabio ni el virtuoso.

He cometido el peor de los pecados. No he sido millonario

Un dibujo vale por mil palabras. Y si es de Picasso...

Si quieres alcanzar la sabiduría... ¡Empieza a correr ya!

El tirano admite que lo odien, pero odia que se rían de él. Y más aún que le arrojen una bomba.

Dios me señaló con el dedo... ¡Y me lo metió en un ojo!

Mientras más brillante la luz, mayor el gasto.

Una palabra puede herir. Pero un martillazo es feroz.

El loro plagia las palabras, pero quien está preso es el canario.

Busco espíritus sensibles. Intermediarios abstenerse.

El árbol se ríe del hacha. Así le va.

Lo llamaron científico, estadista y pensador. Pero nunca fue tan feliz como cuando lo llamaron "Bichi".

El optimista ve la copa medio llena. El pesimista la ve medio vacía. El borracho la ve doble.

No vale más el singular topacio que el vulgar cascote. Pero si me dais a elegir... dadme el topacio.

Muy distinto es no decir lo que se piensa que no pensar lo que se dice.

No encuentra brevedad en el aforismo el tartamudo.

El hombre probo y pío es mitad santo y mitad pollito.

Simula reír la hiena. Pero no entiende los chistes.

jueves, 11 de mayo de 2006

Así es...

Así es mejor.
Abolir los silencios.
No permitir que las palabras
asesinen lo vivido.
Inventar un tango demente
mientras tarareo finales.
Decirle que sí.
Dejarme llevar.
Guardar la poesía de su mirada.
Comprender que los caminos
da lo mismo si se juntan o no.
Mirarlo nuevamente,
sin decir nada.
Archivar los sueños.
Buscar un aerosol,
dibujar la despedida
en paredes mal pintadas.
Volverlo a mirar.
Dejarme llevar en la próxima ola.
Aceptar que se quede en la orilla.
Saludarlo.
Imaginarlo feliz.
Hacer planes sin su risa.
Quererlo.
Y volverlo a querer.

martes, 9 de mayo de 2006

Algo sobre el aburrimiento

Aburrida en el centro mismo del tedio.
Inflada.
Molesta.
Sin ganas.
Aburrida con todas las ansias.
Patética.
Triste.
Sin palabras.
Aburrida sin vueltas.
Al toque.
Desorbitada.
Aburrida del llanto,
las objeciones
y las aspiraciones.
Aburrida de hablar
de callarme,
de escuchar,
de equivocarme.
El aburrimiento sale con fritas,
al pesto,
al plato
a los postres.
Corto,
para no indigestar
al punto
y la banca.

S.F.W. (24/6/99)

martes, 2 de mayo de 2006

DIFÍCIL

Difícil. A mí se me antoja difícil.
Estas haches que ensanchan el hoy y, las emes del mañana, me pisan y me pasan al despertar.
El ayer apunta con su “A” alturas que ya fueron, que no regresan, que se aburrieron.
Gritar. ¿Para qué gritar? Si se burla. A este tiempo le causa gracia mi vano intento de buscar la fui en otra calle, con otras esperanzas.
Difícil, a mí se me hace difícil este querer contar lo que tantos otros contaron mejor.
Ando con el alma desafinada; digo lo que pienso pero no siempre digo lo que digo.
Quizá lastime, pero no estoy también herida por soledades, por puertas cerradas, por márgenes que jamás pude cruzar?
El tiempo no siempre encuentra finales perfectos. Puede que todo lo gaste. Puede que todo lo modifique. Y aquellas maravillosas ganas se deshilachen en ganas repetidas. En sospechas que explotan como bombas sin pedir permiso ni dar aviso.
Difícil, cada vez más aplastada la eme del mañana por las haches del hoy, de este hoy que es aquel mañana que tanto soñamos y que llegó cambiado. Quizá porque no cambiamos o porque nos cambiaron demasiado.
Ando perdida entre tanto final y comienzo. Entre tanta espera sin promesa. Y se van la ilusiones y casi no encuentro esperanzas.
Difícil. A mí no me la vendas cambiada.
No ves que casi pensamos igual y no sirve de nada?

miércoles, 26 de abril de 2006

ABRIL

Abril hasta 1982 era un mes más. Me gustaba su nombre, los primeros días otoñales mezclados con el verano que se negaba a partir, la noche que venía más temprano, algunas lluvias que tanto amé desde siempre.
Abril pasó a ser sinónimo de locura con Malvinas. Sinónimo del desastre provocado por un borracho con poder y tantos vivos que vivían a costa de tanto pibe muerto.
Abril se llevó a mi perra Lola, allá por el 84. Murió un dos de abril, diciéndome tantas cosas sin decir nada.
Después la vida, como en una balanza, trató de amigarme con abril, regalándome a mi hija un día 26. Hace 18 años pasaba la noche más alegre y dolorosa de mi vida. Alegre porque sabía que pronto la conocería, porque su padre y mis amigos estaban conmigo y cada vez que las contracciones pasaban, el placer de no sentir dolor alguno por un rato me provocaba risa y todos reíamos. Riendo entré en el Sanatorio a las siete y pico de la tarde y, a las nueve y cuarto de la noche, la Flopo ya estaba con nosotros... no reía precisamente, pero mi peceto con ojos era la bebé más hermosa del mundo y reíamos.
Abril, se amigó conmigo. Si bien lo miraba de costado, la presencia de mi hija me ayudaba a confiar en él.
Hasta el 17, claro.
Otra vez abril y la muerte.
No voy a volver a confiar en vos, sabelo.
Tampoco voy a amargar los cumpleaños de Flopo, eso también lo sabés.
Sin embargo, cada vez que llegues, voy a estar alerta. Sé que podés seguir intentando romper mi corazón.

viernes, 21 de abril de 2006

UN PURO CON OLIVERIO

Esta poesía no es mía (que más quisiera que lo fuera) pero, una vez más, Oliverio Girondo se acerca y me regala este “Vuelo sin orillas”.
Lo comparto con Uds., me hubiera gustado leérselo a mi viejo, probablemente, hubiera sonreído. Después hubiera prendido un habano y se hubiera quedado en silencio porque no hubiese entendido un catzo, pero ahora tal vez comprenda.
Ahora, después de volar desesperadamente, sea Oliverio quien le convide un puro y mi viejo no necesite explicación alguna y yo, tampoco.


Abandoné las sombras,
las espesas paredes,
los ruidos familiares,
la amistad de los libros,
el tabaco, las plumas,
los secos cielorrasos;
para salir volando,
desesperadamente.

Abajo: en la penumbra,
las amargas cornisas,
las calles desoladas,
los faroles sonámbulos,
las muertas chimeneas
los rumores cansados,
desesperadamente.

Ya todo era silencio,
simuladas catástrofes,
grandes charcos de sombra,
aguaceros, relámpagos,
vagabundos islotes
de inestable riberas;
pero seguí volando,
desesperadamente.

Un resplandor desnudo,
una luz calcinante
se interpuso en mi ruta,
me fascinó de muerte,
pero logré evadirme
de su letal influjo,
para seguir volando,
desesperadamente.

Todavía el destino
de mundos fenecidos,
desorientó mi vuelo
-de sideral constancia-
con sus vanas parábolas
y sus aureolas falsas;
pero seguí volando,
desesperadamente.

Me oprimía lo fluido,
la limpidez maciza,
el vacío escarchado,
la inaudible distancia,
la oquedad insonora,
el reposo asfixiante;
pero seguía volando,
desesperadamente.

Ya no existía nada,
la nada estaba ausente;
ni oscuridad, ni lumbre,
-ni unas manos celestes-
ni vida, ni destino,
ni misterio, ni muerte;
pero seguía volando,
desesperadamente.

lunes, 10 de abril de 2006

Chau, querido viejo

Se está muriendo mi viejo. Cuando estas cosas suceden, no hay mucho más que decir.
Se está muriendo porque su cabeza dijo basta, pero no su corazón, no sus pulmones.
Se está muriendo como el no quería. Está en coma y no tengo enchufe para patear. Está en coma y por más que hable o grite ya no escucha. Está en coma, me dicen, su estado es de inconciencia, escucho. Entonces, me enojo. Me enojo con la vida, puteo a la muerte pelotuda que deja a mi viejo en coma, tirado en una cama, en un estado de inconciencia. No va a despertar, me dicen. No va a despertar, repito. Me pregunto que clase de enseñanza me deja este sufrimiento de mi viejo. Me pregunto que clave estoy ignorando, que mensaje no logro descifrar. No hay enseñanza, ni clave, ni mensaje. No hay nada. Solo este tiempo, que no es tiempo para él. Sólo esta espera cuyo objetivo es que mi viejo deje de respirar y se vaya, se vaya para siempre y poner su foto sobre la biblioteca, para sonreír cuando paso cerca, para llorar bajito camino a mi trabajo y masticar esta puta certeza de saber que ya nunca más atenderá el teléfono diciendo “Sí, dígame” o que lo abrazaré cuando me despido, o que lo escucharé cantar entre risas y admiración sus maravillosos paso doble o aquella canción que se llamaba María Magdalena y que solo a él se la escuché cantar.
Se está muriendo mi viejo, no tuvo la vida que quiso y, sin embargo, cómo le gustaba vivir.
Se está muriendo mi viejo y la muerte hija de puta, lo deja inconsciente, lo deja para que se vaya muriendo poco a poco, sin saber que está muriendo en una habitación que nunca, nunca debió conocer.

miércoles, 29 de marzo de 2006

FESTEJOS

Cuando dejamos de nombrar palabras, ellas se alejan buscando otros labios.
Tal vez, morir es dejar de decir palabras.
En los silencios se crucifican esperas, se disfrazan mentiras, se congela el deseo y poco importa estirar la voz hasta el grito o la súplica.
Cuando las palabras se dejan de decir, el abandono brinda con la soledad.

lunes, 27 de marzo de 2006

HABERES

Hay un orden en el desorden de mis días. Tu presencia en cada uno de mis actos, tu mirada clausurando otras miradas.
Hay un saber en mi, casi, no saber nada. Una certeza en las ausencias, una verdad de madrugadas.
Hay un pasado que inventamos, un camino por los dos buscado.
Voy a dejar fuera los afuera. Alejarme de los traicioneros ahora para construir un nosotros a prueba de los otros.
Me amarás hasta mañana, por siempre será mañana si te siento al despertar.

miércoles, 22 de marzo de 2006

MATEMÁTICA Y QUÍMICA

El tiempo que burlamos, el tiempo que dejamos pasar esperando que pase para que, una vez pasado, sea un tiempo mejor ¿pasa factura?
A mí me la acaba de pasar.
No es mi estilo hablar de lo que me pasa, pero como mi estilo es, precisamente, no tenerlo, hoy les cuento que me duele algo en el centro del pecho. No, no es un problema cardíaco. Es un problema matemático y químico.
Hoy, por segunda vez, reprobaron a mi hija en matemática y química.
Toda mi vida fui una bestia total y absoluta en esas dos materias. Creí que me habían olvidado, creí que las había burlado pero regresaron como un estigma y se la agarraron con la nena.
Hasta cuarto año, pareció dominar ella. En quinto la destrozaron. Esta bien, ella se relajó y gozó, esto quiere decir que decretó desde el primer día de clase que se las llevaba a marzo. Se las llevó y no aprobó en el primer examen, tampoco el segundo me acabo de enterar.
De nada valió profesora particular de instituto que aconseja “No deje que su hijo repita el año”
¿Cómo les explico que no es que yo la dejo sino que es el tiempo burlado el que pasa factura?
Por eso no expliqué nada y pagué.
Tampoco sirvió.
La bestia sigue sin tener el título y la culpa es mía que sigo siendo una atrofiada general en todo lo relacionado con esas dos putísimas materias.
Ahora hay que esperar mesa para mayo o para junio. Buscar otra profesora y rezar.
Si alguien ve a mi tiempo burlado, le avisan que se venga para acá, que públicamente confieso mi bestialidad y que a la nena me la deje en paz.

¿Alguien tiene un container de Nervo Calm Gotas???

lunes, 20 de marzo de 2006

QUERIDA NINÍ

La quise desde siempre.
Antes que yo naciera, mis padres rieron con ella.
La quise desde siempre, nadie necesitó presentármela y poco me importaba que usara otros nombres y hasta cambiara su acento al hablar.
Encontrarme con ella significaba una maravillosa certeza: la risa.
Le he conocido varios trabajos: cocinera, criada, manicura, vendedora, bataclana, llegó a manejar una casa de huéspedes y hasta heredó a un millonario. Era metida, pero su corazón era inmenso y siempre, siempre sus intenciones eran buenas.
La quise desde siempre. Desde la primera vez que la vi por televisión, supe que esa mujer era inteligente. Después me enteré que escribía sus propios libretos y que sus primeros pasos fueron en la Radio. Valoré como supo captar la esencia de los argentinos en un tiempo de grandes quilombos sociales, tan grandes eran los quilombos que tuvo que autoexiliarse en México porque la censura le negaba trabajo por “deformar el idioma”, claro, atrofiar pensamientos no importaba.
Después vino el después pero, la primera vez que la vi y todas las veces sucesivas la risa fue la constante.
Se llamó Marina Esther Traverso, pero casi todos la conocimos con el nombre de Niní Marshall. Dicen que se fue un 18 de marzo, hace diez años; sospecho que solo tomó distancia.

Les dejo una muestra de su simpleza, de su genialidad:

Como un aporte a la coltura (porque “si usté tiene coltura, sabe que Chopin era un pianista que fabricaba valses de todas las medidas: N° 1, N° 2, N° 3, para cualquier largor de dedos”).

¿Sabe ande asistimo anoche? A un concierto -cuenta Catita o mejor dicho la señorita Catalina Pizzafrola-. Salió un melenudo y se puso a aporrear el piano, que yo pensaba: 'Dale nomá... ¡Cómo sevé que el piano no es tuyo! Si te agarra Jacobo Fisher...' Porque el piano tenía el monograma del dueño: Jacobo Fisher.

¿No me daría un utógrafo, diga? Yo que tanto lo amiro. ¡Ande ...sea bueno, déale!


Niní: donde quieras que estés recordá que te recuerdo de la mejor forma: con una sonrisa.

Besos sin distancia.

miércoles, 15 de marzo de 2006

RELECTURAS

Y bueno, hoy no tengo palabras mías pero, releyendo a ROBERTO JUARROZ, encontré este poema y tuve ganas de haberlo escrito para vos, Negro de mi Cuore, pero yo sé que vos sabés (y Ustedes también lo saben) que boca que besa no canta.

Besos y relecturas.


Me doy vuelta hacia tu lado,
en el lecho o la vida,
y encuentro que estás hecha de imposible.

Me vuelvo entonces hacia mí
y hallo la misma cosa.

Es por eso
que aunque amemos lo posible,
terminaremos por encerrarlo en una caja,
para que no estorbe más a este imposible
sin el cual no podemos seguir juntos.

viernes, 10 de marzo de 2006

LO QUE PERDEMOS

No hay mucho más de cierto que tu ausencia, que ya no marca clave alguna.
El tiempo, naturalmente, se llena igual. A la naturaleza no le gusta el vacío y donde antes estaba tu nombre, ahora siembro preguntas, repetidas preguntas, infantiles (si querés), preguntas.

¿Qué perdemos cuando alguien nos deja?
Perdemos la posibilidad de ser nosotros.

Pero olvidamos algo, lo perdido se recupera. De distinta forma, tal vez, pero se recupera.
Claro, sólo lo advertimos cuando perdemos otra vez.

miércoles, 8 de marzo de 2006

MUJERES

No iba a poner ningún post relacionado con el Día Internacional de la Mujer pero, me encontró este texto que debe tener más de veinte años, escrito por Viviana Gómez Thorpe para la desaparecida revista Emanuel.

¿Están de acuerdo mujeres?
Caballeros, ¿qué piensan?
Los encuentro en los comentarios.

Besos y opiniones.

Los temblores del alma femenina también son la realidad. Y la cosa, a menos que le esté errando muy fiero (me juego todo), es que somos más o menos así: bastante “gatas floras”; complejas hasta decir basta. Deseando cosas contradictorias todo el tiempo: un hombre que nos posea completamente y, que a la vez, no nos anule. Un hombre que se nos tire encima cuando estamos con el período, pero, al mismo tiempo, nos respete y venere como princesas. Ansiosas de los más pecaminosos contactos y también de la pureza de una reclusa, andamos por la vida. Mal mirado, el asunto es para volverse locas. Bien mirado, para tomarlo con humor.
¿Qué es lo que no hace sentir tan desposeídas, tan fuera de lugar?
El alma, no nos engañemos. Ese otro yo de nuestra vagina que nos da unos rebencazos crudos sobre el lomo cuando todo ha terminado y que nos grita que, en el fondo, no somos ni tan sensuales, ni tan instintivas, ni tan devoradoras de hombres como creíamos. Es sólo que, como un error genético, nacimos con el corazón perdido entre las telas de la entrepierna y, la dolorosa conclusión es que para ser felices, deberíamos tener siempre lleno ese vacío (que es nuestro propio vacío interior) pero, como eso no es posible todo el tiempo, padecemos como locas cuando nos deja la amorosa y dura lanza que (fugazmente) nos clava en un momento sublime del tiempo y del espacio.

martes, 7 de marzo de 2006

LA SEPARACIÓN

Me esperaba en "La Giralda" de Corrientes. Algo me dijo por teléfono acerca de su cuarta separación. Su voz sonó cortada pero imaginé que la culpa era del celular.
Gerardo ya estaba cuando entré al bar. Fui a su encuentro dispuesta a levantarle el ánimo.
"Vamos Geraldín, ya no duele como la primera vez, además ya sabías que la relación no daba para más, pedite una cerveza que vamos a festejar!"
Sin dejar de mirarme, se tomó la barbilla con su mano izquierda y con la derecha, la base del cráneo, después con un leve tirón, desprendió su cabeza y la dejó sobre la mesa de mármol.
Vi como su cuerpo se alejaba entre ruidos de bandejas que caían.
Desde la mesa, la cabeza de Gerardo me dijo: "No entendiste nada, nena, y mirá que te dije que ésta vez era diferente."

jueves, 2 de marzo de 2006

APARECIDA

El hombre caminaba rápido, como huyendo del pasado.
Cualquiera hubiera dicho que era por la lluvia pero, la mujer que lo esperaba, sabía que no. Habían pasado veintinueve años, el tiempo no pudo cambiarla. A él sí. Mantuvo su soberbia pero sus pasos habían perdido seguridad. Su mirada, en otra época inquisidora, era una sombra. En los ojos de ése hombre habitaban sombras.
Ella comenzó a seguirlo. La lluvia crecía. Los truenos parecían gritos y los rayos iluminaban brevemente como ilumina a nuestra memoria el recuerdo de risas compartidas con amigos que ya no están.
La cuadra por la que caminaban no tenía casas. Era la manzana de una vieja fábrica abandonada. Había un refugio y el hombre decidió protegerse del temporal bajo ese techo precario. La mujer no tardó en llegar.
El hombre la miró y ella mantuvo la mirada.
- ¿Parará alguna vez? -Preguntó el hombre- Parece llover desde siempre.
- Sí, a veces la lluvia puede ser eterna. Respondió la mujer sin dejar de mirarlo.
Había una puerta. Ella se acercó.
- Qué curioso. La puerta está abierta, ¿No le parece mejor entrar?
- Sí. Este refugio ya no sirve, mire, ya comienza a inundarse la calle.
Entraron en silencio a una pequeña recepción. No había ventanas, ni otra puerta. Solo paredes descascaradas.
- Esto parece una cárcel -Dijo el hombre- Extraña construcción...
- Algunas cárceles no lo parecen. Dijo la mujer.
Quedaron en silencio, creyó reconocerla, pero no dijo nada. Ella juró no olvidarlo y no lo olvidó.
Un portazo lo sobresaltó. El viento cumplió su misión.
- ¡Qué es esto! -Gritó el hombre- Esta puerta no tiene picaporte. ¡Estamos encerrados!
- Está encerrado, querrá decir. Contestó la mujer y atravesó la pared.

martes, 28 de febrero de 2006

AMOR POSIBLE

Esta noche lo siente caminar por su alma. Regresa desde aquel tiempo donde todo parecía casual, donde los días engañaban a los relojes. De alguna manera siguen comunicados, puede así contarle que en el micro es la única pasajera despierta, sus hijos duermen en el asiento trasero. La luna ilumina su ventanilla. Los viajes largos los prefiere de madrugada porque puede acariciar recuerdos.
La última vez que hizo este camino fue con él. Hace tres años.
Lo recuerda y piensa en el otro, el que espera en la estación.
Piensa que los amores posibles lo son después de haber dado a cambio un amor imposible.
¿Será la luna que acerca su recuerdo? “Tus ojos color luna, así me gustan, así”, le decía.
No volvió a saber de su vida. No quiere saber.
Es el precio que paga.
Sabe que existe. Sabe que su cuerpo es la mitad exacta del suyo. Que su piel, su olor, su aliento al fundirse en ella generaban el perfume salvaje de los que se pertenecen desde siempre.
Regresa y un amor, otro amor, aguarda.
Regresa, (es como si él también regresara mirando la luna, arrullando a su hijo dormido, con un amor posible en su costado).
Mira las estrellas. Hace tres años una cruzó el cielo para recordarle que ése amor era eso, una estrella fugaz. Muerto desde antes pero, con tanta luz, tan lleno de fuerza que vivirá en cada uno como solamente viven los amores imposibles.
Acepta esta invasión serena de recuerdos. Se pertenecen. Son las distintas caras de una misma moneda que ya nunca, nunca más, cruzará el espejo.
Alguna vez les pasó algo y para seguir amándose era necesario perderse.
No conoce otra forma para reinventar el amor que amar a alguien posible, sin olvidar el surco que dejó en su vida aquella estrella fugaz, aquel amor imposible.